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Profundamente española > Ángel Llanos

   

Hoy, 12 de octubre, coincidiendo con el aniversario del descubrimiento de América, celebramos el Día Nacional de España y el Día de la Hispanidad en toda Hispanoamérica. Entorno a la lengua española (a mí, como a Pérez Reverte, no me gusta llamarla lengua castellana; el español es muy grande para reducirlo a “Castilla”), 500 millones de seres humanos conmemoran este idioma como lengua materna. Aunque, evidentemente, a tal cantidad de personas les une, en mayor o menor medida, muchos más aspectos que el idioma, como pueden ser la cultura, las tradiciones, la gastronomía e, incluso, unos principios y valores similares.

Santa Cruz de Tenerife es una ciudad que, a lo largo de la historia, cuenta con innumerables hitos que la caracterizan, en mi opinión, como una capital profundamente española. No cabe duda (y sólo se puede negar por desconocimiento o por motivos partidistas) que las Islas Canarias son un territorio diferente del resto de la nación, tanto por las características geográficas que definen su ultraperificidad, como son la lejanía, la fragmentación o la insularidad, como por la propia forma de ser de los que aquí residen (hayan nacido en el Archipiélago o no). Pero también es innegable que la ciudad siempre ha mostrado sin tapujos su orgullo de pertenecer al mejor país del mundo, y los vecinos de este municipio, siglo tras siglo, han trabajado como el que más para contribuir al desarrollo de España.

Actualmente, es quizás en el mundo del deporte donde mejor se puede comprobar cómo los santacruceros sienten los colores rojigualda, cómo sufren con las derrotas de los representantes españoles y de qué manera se alegran de sus victorias. En ocasiones, esa alegría lleva incluso a decenas de miles de ellos a cortar las principales calles de la ciudad portando en sus manos la bandera de España, en algo así como una histeria colectiva de felicidad, tal y como sucedió, por ejemplo, los días 29 de junio de 2008 (Eurocopa) y el 11 de julio de 2010 (Mundial de Fútbol). Es cierto que analizar la valoración de la identificación nacional a través del deporte puede resultar frívolo, pero no es menos cierto que, de generar rechazo, no se producirían esas demostraciones públicas de júbilo con los éxitos sucedidos.

Históricamente, la forma más importante de mostrar el sentimiento español (a la par que canario y tinerfeño) viene dada por aquellas épocas en las que los santacruceros pusieron su bien más preciado al servicio de la defensa del territorio: su propia vida. Así lo hicieron cuando en 1657 y 1706 derrotaron a los almirantes ingleses Robert Blake y John Jennings, respectivamente. Aunque la mayor heroicidad del pueblo chicharrero fue la Gesta del 25 de julio de 1797, en la que el contralmirante Horacio Nelson perdió su única batalla (y un brazo) en Santa Cruz de Tenerife; los vecinos derramaron su sangre por las calles al frustrar el intento de la Armada Británica de conquistar a Canarias. Tres victorias que se reflejan en el escudo de la capital con tres cabezas de león, en un curioso guiño de la historia al animal heráldico inglés.

No obstante, la historia está jalonada de cientos de heroicidades anónimas de nuestros antepasados isleños en defensa de España. Así (tal y como nos ilustra el cronista oficial de la ciudad, mi admirado don Luis Cola Benítez), los vecinos de Santa Cruz tuvieron vocación recluta motu proprio en los tercios de Flandes, en las tropas españolas durante la guerra con Portugal y también en la defensa de la nación durante la guerra de la independencia contra Napoleón.

En pleno 2011, la naturalidad de esta situación es tal que, independientemente de la ideología de cada uno, ya ha dejado de ser motivo de discusión si primero está el amor por la ciudad, el orgullo de sentirse canario o la defensa del carácter español de los santacruceros. Feliz Día Nacional de España.

*Exportavoz del PP en el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Santa Cruz