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SIN COMPLEJOS > POR FERNANDO FERNÁNDEZ

Sangre, sudor y lágrimas > Fernando Fernández

   

Sudor y lágrimas, con toda seguridad. Sangre…, espero que no, dependerá de la ETA. Es lo que nos espera para los próximos años y me irrita que los dirigentes políticos, los de aquí y los de allá, traten de ocultarlo y disimulen.

No somos Grecia, nos dicen, pero nos parecemos bastante. No somos iguales, la superamos cuatro veces en casi todo.

Nos ganan en que tienen 700 islas, que ahora tratan de vender para pagar sus deudas, pero ya no quedan Onassis que compren su Corfú. En golfería, ¿qué les digo?… Nos parecemos mucho. Las trampas que se han detectado en Grecia, ¡todas, eh!, se han cometido y se cometen aquí. Hoy no tengo espacio para citarlas todas. Aquí, como en Grecia, para algunos políticos la mentira se ha convertido en un modus operandi y hasta en su modus vivendi. Lo dejó escrito mi admirado Jean-François Revel: “La primera de las fuerzas que dirige el mundo es la mentira”. Añadió que la corrupción es un cáncer que corroe a las democracias, pero revelistas quedamos pocos para recordarlo. Una pena, ya se sabe que aquí no se lee mucho y así nos va. En un minuto de sinceridad, un político canario dijo que no había leído un libro desde sus años universitarios; lo que no le impidió escalar hasta lo más alto, añado yo. Eso sí, usando la mentira como método. No me iré por las ramas ni filosofaré. No estamos para greguerías ni son tiempos para la lírica. El Gobierno ha optado por la propaganda en detrimento de la información. Desde que el consejero del ramo presentó en el Parlamento los presupuestos para 2011 y dijo que “ahora somos más pobres”, he estado atento para ver cómo se lleva a la práctica esa triste realidad. ¿Han leído el decreto 170/2011, en el BOC del 14 de julio de 2011? Allí se publicó la estructura del Gobierno. Como en El Gatopardo, algo lampedusiano para que nada cambie. La Presidencia del Gobierno tiene cinco viceconsejeros, dos secretarios generales (uno en Turismo), 10 directores generales y una agencia gubernamental con rango de dirección general. No se mencionan los asesores, 31 si mi memoria no falla. No guardan ni las formas. Bajo un presidente, jerárquicamente están los vicepresidentes, no los viceconsejeros. Estos deben estar bajo un consejero. Ese organigrama delata un afán de acaparar poder y ejercerlo de forma personalista. La Vicepresidencia tiene adscrita la Consejería de Educación, con dos viceconsejerías, dos secretarios generales técnicos (uno en Medio Ambiente) y seis directores generales, más asesores. Y así hasta ocho consejerías. Demasiados altos cargos y encima presumen de austeridad. El 8 de septiembre, Rivero afirmó: “Mi objetivo nuclear es reconvertir la administración”. Para lograrlo, el Gobierno ha creado una comisión de expertos y para, más inri, el presidente dijo que resultará barata por sus benéficos resultados. Debería leer a Romanones. La última comisión de expertos creada aquí fue para reformar el Estatuto de Autonomía, nos costó una pasta y sus resultados a la vista están.

Ninguno, hasta ahora. Hace 10 meses dije en el Parlamento que era urgente una drástica reducción del sector público.

Sin mencionarme, 48 horas después el señor Rivero me llamó demagogo y dijo “en tiempos de crisis, lo público es de los que menos tienen”. Eso no es demagogia, ¡qué va! Hasta entonces, yo creía que lo público es de todos, pero ya se ve que Rivero es de la misma escuela que aquella ministra zapateril que afirmó que el dinero público no tiene dueño.