¿Quo vadis, Nacho? > Francisco Pomares

Nacho González tiene una tarjeta de presentación como presidente del Centro Canario que ocupa más espacio geográfico que la propia militancia del partido. Pero con ese menguado ejército ha logrado una cuota de éxito, entendido como protagonismo, que ha batido todos los records políticos en Canarias. José Manuel Soria tuvo la malévola ocurrencia de utilizar al partidete de Nacho para solucionar el problema doméstico en el Cabildo de Gran Canaria y de paso reírse un poco de Paulino Rivero (es su último hobby), por no hablar de la acidez de estómago que provocó en el PP chicharrero. A ese juego se prestó encantado don Nacho González pensando, con razón, que nadie nunca ha conseguido tal éxito con tan poco esfuerzo.

El problema de las decisiones incoherentes es que aguantan mal el paso el tiempo. Ahora, puestos en la carreta de una nueva legislatura con Gobierno central del PP, la convivencia del Centro Canario de Nacho con Coalición en el Parlamento de Canarias se vuelve más que difícil, imposible. Nacho González lo sabe, y los nacionalistas saben que lo sabe, y él sabe que los nacionalistas lo saben. Y como todos saben lo que saben, andan mirándose de reojo por los pasillos del Parlamento con una sonrisa de medio lado y ganas de sacarse los higadillos.

Don Nacho saca pecho y no hace más que provocar a Coalición para que sean ellos quienes den el paso y rompan con su partido (de él), lo que le dejaría las manos libres para dedicarse a desestabilizar corporaciones locales en las que los poquitos concejales del Centro Canario son importantes para poner o quitar mayorías de gobierno. Y en Coalición se muerden la lengua y hacen cábalas y tanteos para determinar los daños colaterales que les produciría una decisión que saben que tienen que tomar, que quieren tomar, pero que aplazan y aplazan y aplazan, porque están ganando tiempo para amortiguar daños y -dónde no se pueda- buscar ungüentos y cataplasmas.

La pregunta que muchos nos hacemos es hacia dónde van Nacho González y su partido pret-a-porter. Porque más allá del habilidoso regate en corto de las últimas elecciones, en el que él y Soria (más Soria que él) han dejado a Rivero con el trasero al fresco, el horizonte político de ser proahijado del PP tiene las patas muy cortas. Que nadie sepa, ni siquiera los suyos, cuál es el proyecto de González, no es raro: en política hay muchas maneras de llamar la atención. Una de ellas es pedirle a Soria una lata de gasolina y quemarse a lo bonzo delante de sus propios votantes.