SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife
Presidente de la Fundación Pedro García Cabrera, expresidente del Consejo Económico y Social, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna. José Luis Rivero Ceballos expone a DIARIO DE AVISOS su opinión acerca del tijeretazo que el Gobierno de Canarias en 2012 a su política cultural. Un recorte que, a su juicio, no afecta ni a un producto de lujo ni a una industria del ocio. No, la cosa es algo más seria. Tiene que ver con la capacidad de reflexión y con la habilidad de seguir adelante de un pueblo, sobre todo -y precisamente- en tiempo de crisis.
-¿Cuál es la primera impresión que ha sacado de los presupuestos autonómicos en lo que se refiere al ámbito de la cultura?
“Los presupuestos se sitúan conforme a la tónica de austeridad y consolidación fiscal que preside el debate presupuestario en España. Desde ese punto de vista general, no queda otra que ajustarse a lo que se comprometió España con Europea. Es lo que toca a las comunidades autónomas, ese límite del 1,3% de déficit con respecto al PIB de 2012. Siendo ésta una previsión de austeridad, hay que tomar decisiones sobre cuáles son las prioridades. Y por lo visto en el proyecto de presupuestos, una no prioridad es la cultura. Eso se ve por el volumen global asignado y por lo que caen los recursos para promoción cultural, ese -62% con respecto a este año”.
-Tenemos entonces que el Ejecutivo autonómico (CC y PSOE) no considera en estos momentos la cultura como elemento básico que ha de facilitar a los ciudadanos…
“Existe una definición de presupuesto en la teoría de la hacienda pública, que viene a decir que es la expresión contable de la política económica de un gobierno. Si estamos de acuerdo con eso, concluiremos que el Gobierno de Canarias no considera una prioridad la promoción cultural o, lo que viene a ser lo mismo, la provisión de bienes y servicios culturales a la población de las Islas”.
-Se dice que, sin contar cantidades ya comprometidas, para desarrollar programas culturales quedarán 790.000 euros. ¿Tiene sentido una Viceconsejería de Cultura y Deportes con apenas margen económico para gestionar?
“Una Viceconsejería de Cultura, lo mismo que una Consejería, siempre tiene sentido, tenga el presupuesto que tenga. En todo caso, la provisión de bienes y servicios culturales debería ser una prioridad para la política económica del gobierno. Y es que esa promoción y esa provisión están ligadas al futuro del Archipiélago. Por tanto, siempre tendrán razón de ser esos departamentos, con independencia de que se decida, por las razones que sean, que aún no han explicado, una reducción de recursos tan sustancial. No estaría de más incluso que la cultura estuviese en el área de Presidencia del Gobierno, porque es política horizontal que atraviesa al resto de consejerías”.
No se trata de un lujo, es capacidad de reflexión; esencial para el desarrollo
-Desde el sector subrayan que la cultura ha sido suficientemente solidaria en estos años como para afrontar un recorte tan drástico. ¿De qué manera repercutirá a corto plazo esa rebaja en una industria de la que dependen más de 16.000 puestos de trabajo?
“Esa reducción tendrá un efecto radical. La provisión de bienes y servicios culturales de la que hablo sufrirá un corte muy importante. La cultura, como el saber, posee propiedad acumulativa y, por tanto, es imprescindible mantenerla en el tiempo. Un parón tan drástico origina consecuencias muy negativas”.
-Un organismo que enferma si se detiene…
“Sí. No hablamos de una fábrica de tornillos, en la que dejas de hacerlos un año y al siguiente vuelves a producirlos. El proceso cultural es permanente, sostenido en el tiempo. No se puede suprimir ahora y en 2012 continuar como si nada hubiera pasado. No son bienes industriales, estandarizados, que se producen en serie y con una máquina que se para o se pone en marcha a nuestra voluntad. Esto no funciona así en los llamados bienes preferentes”.
-¿Hubiera sido posible elaborar unos presupuestos más equilibrados para cultura pese a la crisis?
“Sí, sin duda. Y aún cabe la posibilidad, a través de enmiendas en la discusión parlamentaria, de mejorar la asignación para la cultura. Cierto es que esas enmiendas implican la minoración de otras partidas, pero creo que en el conjunto del presupuesto es factible hacer economía con otros elementos para incrementar esas partidas, si no hasta el límite de este 2011, sí al menos con una reducción aceptable para no dañar de forma tan radical el desarrollo cultural”.
El proceso cultural no se puede parar un año y reanudarlo luego sin dañarlo
-Y de otro lado, ¿la cuantía que se obtiene de este recorte repercutirá realmente en ámbitos más prioritarios como sanidad, educación o servicios sociales?
“No. El problema es que, con las asignaciones tan ajustadas en el presupuesto, una reducción de estas características, en torno a 14 millones de euros en promoción cultural, no arregla nada en ningún otro ámbito importante. Mientras que el perjuicio que causa a la cultura sí que es grande. Por eso sostengo que es posible corregir esa asignación que se ha hecho, en mi opinión, de una forma gratuita”.
-¿Es cierto, como se afirma desde algunos ámbitos, que en política cultural en Canarias hemos vivido épocas de derroche?
“Eso siempre es opinable. Habrá quien diga que un gasto determinado es excesivo y habrá quien sostenga lo contrario. Entramos en el terreno de las valoraciones acerca de lo que consideramos importante y lo que no. Creo que puede que exista alguna tendencia del pasado que requiera un ajuste progresivo, pero en términos generales, los recursos que se han destinado a la cultura no son como para afirmar que ha existido derroche, simplemente, porque no hay de dónde derrochar”.
-¿A qué se debe, entonces, esa percepción que tienen muchos?
“Es probable que quienes piensan así consideran que la cultura es un lujo. De hecho existe la idea de que o bien es un lujo, o bien es un ocio. Y entonces se argumenta que en época de crisis tanto el lujo como el ocio son prescindibles. Pero esa forma de pensar no cae en la cuenta de que la cultura no es otra cosa que capacidad de reflexión, y eso es algo imprescindible para el desarrollo económico. Mucho más en unas Islas que están alejadas de Europa, que no tienen materias primas, que se hallan en un entorno de escaso desarrollo… Entonces todo lo que genera una actividad económica se hace sobre la base de la imaginación, para buscar la forma de insertarse en la economía internacional. Todo esto es capacidad de reflexión, saber en qué mundo vivimos y, con los mimbres que tenemos, saber cómo posicionarnos. De modo que para los tiempos que vienen, con un contexto internacional que nos es desfavorable y cada vez con más requisitos para nuestro crecimiento económico, necesitaremos más capacidad de reflexión”.
Justo la cooperación público-privada permite la libertad y la independencia
-Y por tanto, más cultura…
“Sí, más cultura. Por que ni es algo ligado exclusivamente al ocio ni está vinculado a la élite. No es un lujo, es un componente esencial para el desarrollo económico. La cultura no es un capricho, es una necesidad”.
-¿Somos víctimas de una política cultural subvencionada en exceso? ¿Sería factible una cultura al margen del apoyo público?
“En la provisión de bienes y servicios culturales funcionan distintos fallos del mercado. Este término, dentro de la teoría de la hacienda pública, no quiere decir que los mercados funcionen mal, sino que no pueden funcionar bien, que es una cosa muy distinta. No es una metáfora, es un término muy preciso. En el caso que nos ocupa, para determinados bienes y servicios culturales los mercados no pueden funcionar bien. Y eso justifica la intervención del sector público. Cuando hay un fallo de mercado, se establecen tres niveles: en el primero, el Estado se responsabiliza de facilitar un mínimo de esos bienes, los que considera fundamentales. Luego hay otro nivel, que es el de la concertación, donde lo público y lo privado se coordinan para provisionar esos bienes. Y por último hay una parte que es de provisión privada exclusivamente. Esos tres niveles son necesarios porque, entre otras cosas, el segundo garantiza una libertad e independencia a la iniciativa privada que compensa, si se diese el caso, un cierto dirigismo por parte de los gobiernos. Entonces, la cooperación público-privada corrige las posibles desviaciones. Toda esta amalgama genera un caldo del que nos alimentamos todos, que es la cultura. Y funciona. Por otro lado, una gran parte de la economía de Canarias está apoyada, de una u otra forma, por la Administración pública. Porque necesitamos establecer mecanismos de apoyo para que la población acceda a ciertos bienes en términos similares a los ciudadanos del continente. Así que sacar el tema de las subvenciones solo en el espacio de la cultura es falsear el contenido de todo lo que hemos ido construyendo en las Islas desde hace cinco siglos”.
Aquí no ha existido derroche, y es que no ha habido de dónde derrochar
-En su calidad de presidente de la Fundación Pedro García Cabrera, ¿cómo afronta una entidad como esta un momento como el actual?
“Como fundación, es relativamente sencillo. Somos un organismo privado sin fines de lucro: si tenemos cinco, gastamos cinco; si tenemos diez, diez. Nuestra finalidad es la promoción, la difusión y el estudio de la obra de Pedro García Cabrera. Y a partir de ahí, todo lo que podamos abarcar del mundo cultural. Ahora bien, también es verdad que nos da mucha pena, nos fastidia mucho, que se vaya ahora a producir un corte en la acumulación del conocimiento, de la sabiduría en Canarias. Porque, al fin y al cabo, todos participamos del mismo ambiente cultural. Y justo en esa diversidad está la riqueza”.