SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife
Vicente Molina Foix visitó el año pasado Tenerife para presentar su segunda película como director, El dios de madera (2009), donde una doble historia de amor comparte protagonismo con la inmigración. Hoy, otra vez aquí, presenta en TEA Jóvenes de África reinventando su vida, un libro de Paloma López-Reillo donde ejerce de prologuista.
-¿Cómo concibe Molina Foix en su obra el tema de la inmigración?
“Me interesa desde el punto de vista de la ficción: tratar de poner en contacto esas dos realidades que conforman el encuentro con el otro. Y también la fragilidad de ese encuentro entre seres tan parecidos y tan distintos. Cuando rodé El dios de madera quise hacer una fábula contemporánea, y me entrevisté con mucha gente, visité centros de detención, de acogida. Eso me hizo conocer un mundo que seguirá siendo por muchos años tema capital para nuestra sociedad”.
-El cine y la literatura han sido las dos obsesiones artísticas que le han determinado…
“Es una doble militancia. Pero no a todos los escritores le gusta el cine y no todos los directores leen. De hecho, la mayoría de cineastas son conocidos por no leer. Mi caso no es como el de Alberti, que escribió: ‘Yo nací, respetadme, con el cine’, pero desde siempre ha estado en mi vida. Mi padre tenía un cargo en la Diputación de Alicante y nos regalaban entradas. De manera que veía gratis las películas, una costumbre que he tratado de mantener con uñas y dientes: por eso me hice crítico de cine. Pero además, una vez dejada a un lado la codicia, traté de articular mi gusto por el cine. Me considero un lector de películas y de novelas y, en ambos casos, con hábitos semejantes: si no me gusta un libro, lo dejo, y si no me gusta una película, me salgo. Aún no me considero director de cine, sino un escritor que ha hecho películas. En el cine aún me tengo que ganar los galones”.
-Acaba de publicar El hombre que vendió su propia cama, un libro de relatos del que se ha dicho que combina lo común con lo extraordinario. ¿Pero cómo describe el autor su propia obra?
“Cuando acabé mi novela El abrecartas (2007), no tenía ni el tiempo ni la calma suficientes para empezar otra. Así que me puse a escribir los cuentos de Con tal de no morir (2009), luego rodé la película y después escribí El hombre que vendió su propia cama. Y ahora, cuando se supone que El abrecartas es el mejor libro que he escrito nunca, si alguien me pide una carta de presentación, yo en cambio le daría algunos relatos de esos dos libros, porque expresan mejor lo que busco en literatura: una mezcla entre el patetismo y el humor”.
-¿Y cambia de registro cuando se enfrenta a un proyecto cinematográfico, una novela o un artículo?
“Yo lo veo como formatos diferentes dentro de una misma capacidad, ésa que quiero creer que poseo para crear. Escribo con la misma determinación, con el mismo cuidado, un artículo de prensa que un poema. Aunque el caso del cine es muy diferente. La literatura y el cine son reinos rivales, enemigos encarnizados; que sí, algunas veces tienen amoríos, pero son contrincantes. En la literatura eres un creador absoluto, y en el cine, un director de tráfico, un coordinador que firma luego la película como autor supremo, sin serlo”.
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Jóvenes de África reinventándose…
Quiénes son, qué sienten, qué piensan… Ésas son algunas de las interrogantes a las que quiere dar respuesta Jóvenes de África reinventando su vida. Menores extranjeros no acompañados salvando fronteras, el ensayo que ha abordado Paloma López-Reillo, investigadora del Observatorio de la Inmigración de Tenerife y profesora del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna, donde relata el día a día de 11 jóvenes llegados a la Isla cuando eran menores de edad. “El lector hallará datos rigurosos fruto de una investigación de más de tres años -detalla López-Reillo-, pero contados de una manera cercana, en una historia coral de personajes reales”.
La investigadora ha querido incidir en la esfera emocional para ilustrar la vida de unos chavales que, “cuando llegaron en patera, nos sentimos impactados, pero hoy casi no hemos vuelto a saber de ellos”. Jóvenes de África reinventando su vida… habla además de una sociedad bipolar, donde “encontramos actitudes racistas y también familias que les han dado un techo a estos chicos cuando ya han cumplido los 18 años”.
Y es que la mayoría de edad se convierte en un gran problema para ellos: “no tienen dónde vivir, no tienen permiso de trabajo y además se topan con dificultades administrativas para lograrlo”, recalca López-Reillo, quien también subraya cómo estas personas han vencido múltiples adversidades, se “sienten de aquí” y alcanzan un alto grado de competencia intercultural, esto es, “saben cómo funcionan las cosas aquí y cómo lo hacen allá. Y eso es una gran oportunidad; para ellos, y para nosotros”.
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