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Las caras de la orquesta sinfónica de tenerife > jeffrey cooper

“Una orquesta es como el fútbol: para que haya un Messi, necesitas un Xavi”

   

Jeffrey Cooper, trompa solista en la Sinfónica de Tenerife, llegó a la Isla en 1988. | SERGIO MÉNDEZ


SANTIAGO TOSTE
| Santa Cruz de Tenerife

El compositor alemán Robert Schumann (1810-1856) afirmó una vez que la trompa era el alma de la orquesta. Y justo esa idea es la que trata de plasmar cada día en su trabajo Jeffrey Cooper, trompa solista de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST). Cooper nació en Iowa, Estados Unidos, y en 1988 se convirtió en el primer norteamericano en engrosar las filas de la formación musical tinerfeña, tras pasar un año en la Orquestra Ciutat de Barcelona.

Su relación con la trompa comenzó cuando tenía sólo 10 años. “Mi hermana tocaba la trompeta en el instituto -detalla-, y cómo veía que se divertía mucho con esta actividad, decidí seguir sus pasos”. “Pero realmente yo no sabía qué instrumento tocar y fue ella la que me animó a probar con la trompa; me dijo que era un instrumento con un sonido muy bello y que contaba con unos solos muy bonitos… Y así fue cómo comenzó todo”, apostilla.


Un instrumento caprichoso

Y ese todo, explica Cooper, está basado de forma muy especial en la constancia y la disciplina. “La trompa es uno de los instrumentos -argumenta-, yo no diría que más difíciles, pero sí de los más caprichosos de toda la orquesta, pues presenta numerosos problemas de seguridad”. “Es decir -continúa Jeffrey Cooper-, por muy bueno que seas y por mucho tiempo que le dediques, nunca vas a estar libre de cometer una pifia, que busques dar un Re y, sin embargo, te salga un Do o un Mi”. “De manera que te has de preocupar mucho de que al menos esas pifias no las cometas en los momentos importantes, como cuando interpretas un solo en un concierto”.

Para Jeffrey Cooper, uno de los aspectos que caracteriza a la OST, a sus músicos, es la búsqueda de un sonido compacto. “En los instrumentos de viento, pero también en el resto de las secciones -puntualiza-, trabajamos mucho para lograr un sonido similar entre los músicos, para contar con articulaciones y dinámicas parecidas”. “Si buscas hacer una buena orquesta, primero has de hacer un buen equipo, como en el fútbol: donde para que haya un Messi, te hace falta un Xavi, un Valdés, un Piqué. Y si no se entienden entre ellos, vas a tener problemas”.

Cooper confiesa que muchas de sus metas, de sus sueños musicales, se han cumplido ya o se están cumpliendo desde hace tiempo. “Tengo la suerte de poder tocar con los mejores músicos que hay en la Isla -asevera-, en la Sinfónica y en mi grupo de cámara, el Ensemble Odeon; y además tengo aquí a mi familia, a mi esposa y a mis dos hijas. Así que lo único que deseo es seguir avanzando como instrumentistas, porque ya de hecho mantenerse es un logro”. “Mi mujer es contrabajista en la Sinfónica y también forma parte del grupo de cámara”, comenta Cooper. “De manera que es una de las pocas personas que sabe realmente cómo es mi vida”, añade. “Con la trompa, casi todos los días te va a ocurrir alguna desgracia, y ella es la que siempre está ahí para entenderme, para darme ánimos”, subraya con una sonrisa.

Aunque también hay otro objetivo, más a largo plazo, que se plantea Cooper: “Me gustaría que algún día, cuando todos nos jubilemos y la OST siga adelante, la sección de trompas esté integrada en su totalidad por músicos tinerfeños con todas las garantías del mundo”. “Hoy hay dos, Inés González y Eugenio Pérez, a los que hace 18 o 20 años tuve la suerte de impartir clases. Y eso para mí y para otros muchos constituye un éxito, pues es fruto de mucho trabajo y también de su talento”.