papas & chips > por Elba Navarro

¿Quién da más? > Elba Navarro

Reconozco que tuve que leer el titular varias veces para asimilarlo, pero no cabe duda que el morbo del ser humano no conoce límites: “Se subasta la cama donde murió Michael Jackson”.

Ya no basta con que el último mes las televisiones americanas nos hayan bombardeado con el juicio por la muerte del Rey del Pop, o con ver en todas las portadas de los periódicos su cuerpo desnudo y sin vida fotografiado horas después de su muerte, no. Ahora el fan que más puje en la subasta del próximo 17 de diciembre en Beverly Hills, podrá descansar en el lecho de muerte de su ídolo. Bueno, descansar él o ella porque lo que es yo, como diría mi madre, “ni regalada la quiero mi niño”.

Por supuesto la noticia despertó mi curiosidad, quise ir más allá y les confieso, que aún no salgo del asombro.

Por encima del millón de dólares se subastó el vestido de Marilyn Monroe, sí, aquel que llevaba puesto cuando cantó el Happy Birthday al presidente John Fitzgerald Kennedy.

No sé ustedes, pero yo en carnavales veo vestidos como ese a patadas y por 20 euros, eso sí, los chicos con peluca, piernas peludas y muy poca elegancia andando con tacones, no se parecen nada a la despampanante rubia platino, todo hay que decirlo.

Y dicho esto, comentarles que si yo fuera multimillonaria y tuviera que invertir en algo, no me parecería una locura comprar el traje que por lo menos, sé que el color me favorece, pero: ¿para qué gastar nada menos que 125 mil dólares en un mechón de pelo de Elvis Presley? Yo tampoco tengo la respuesta, pero ha pasado y les aseguro que si algún día doy con la persona que se quedó con el cabello del Rey del Rock and Roll, le digo que en España con la crisis, consigue una melena completa por la mitad de precio y tan contentos (Yo si me liquida la hipoteca… ¡le doy hasta las pestañas!)

En definitiva, que el mundo está mal repartido, unos sudando y sufriendo para llegar a final de mes con 5 euros en el bolsillo y otros gastándose insultantes sumas de dinero en la cama de un muerto. ¡Qué baje Dios y lo vea!