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LAS CARAS DE LA OST > PAUL OPIE

“Tocar el oboe es bastante estresante”

   

El británico Paul Opie toca el oboe y es solista en la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST). / SERGIO MÉNDEZ

FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

Los genes y las circunstancias conforman un cóctel perfecto para determinar lo que somos, sobre todo cuando nuestra actividad está relacionada con el arte y la creatividad. Tener un tío cantante de ópera y entrar en contacto con la música a través de la escuela de deportes que dirigía su padre avalan tal afirmación en el caso de Paul Opie, oboísta de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) desde hace un cuarto de siglo.

Opie, que cumple en escasos días 49 años, empezó en este mundillo siendo un niño, apenas un preadolescente, y nunca lo ha abandonado. “Quería tocar el chelo, pero no había. Así que llevé una lista de instrumentos a mi madre. Me dijo que el oboe sonaba bien, que se escuchaba en muchas bandas sonoras… Nunca he perdonado a mi madre por eso”. Como buen británico, Opie tiene un fino sentido del humor, y no duda en poner “a parir” cariñosamente a su herramienta de trabajo. “¿Sabes que el oboe es un coñazo? Hay que fabricar cañas, la mecánica que lo rodea… Gastas más del 50% del tiempo haciendo algo para poderlo tocar. Para mí es el más difícil de todos los instrumentos. Pero no es excusa…”, subraya este simpático músico nacido en Londres, aunque criado en Gales, quien apostilla: “Tocar el oboe es bastante estresante, pero espero que sea mucho menos para la gente que lo escucha”.

“Fui a la universidad. Saqué matrícula de honor en ciencias, pero seguí tocando el oboe. Tenía un quinteto de viento que ganó un premio internacional. En el Festival de Edimburgo vi un anuncio para una orquesta en España (la OST). Había sitio para los cinco, pero el único que vino fui yo. Gané el trabajo con una prueba en Londres, con Edmon Colomer”. Así de telegráfico cuenta Opie cómo llegó a Tenerife, isla en la que vive habitualmente desde los 23 años, por lo que ha sido testigo directo del devenir de la OST. “He estado trabajando en la Filarmónica de Medellín (Colombia), también he tocado en la Filarmónica de la BBC y en la Sinfónica de Birmingham… Tras ir a todos esos sitios te das cuenta del progreso que hemos hecho aquí, y de que la diferencia con otras orquestas superiores no es muy grande”. A juicio del prestigioso solista de oboe, la clave para seguir avanzando radica en los proyectos y en el listón que se marca la propia orquesta.

Caducidad

“Esta orquesta es capaz de tocar a un nivel muy, muy bueno, dependiendo de lo que te exige el director de turno. Obviamente, he vivido 20 años con Víctor Pablo Pérez. Todos los elogios para el trabajo que ha hecho él, y adonde ha llevado la orquesta; sin embargo, para mí un director debería de tener un tiempo de caducidad. No estoy a favor de que la gente se quede más de seis años en una formación musical de este tipo”, apunta este amante del rugby, deporte que practicó en sus años mozos y que combinó con el propio oboe.

Al salir el nombre de Víctor Pablo Pérez recuerda con cariño cuando éste le encomendó dirigir la Academia de Estudios Orquestales y la Joven Orquesta, “proyectos de los que se ha prescindido”.

La formación

Paul Opie opina que la formación es vital en este ámbito. “Me gusta trabajar con jóvenes. Ya llevo tres visitas a Colombia este año, donde tengo varios alumnos. He trabajado con niños que son huérfanos o han sufrido desgracias familiares por cuestiones relacionadas con las drogas. Es una bonita labor, en la que se da clases a los oboístas y después toco con ellos y con la orquesta profesional. He seguido la pista de los alumnos, incluso le doy clases a alguno por Internet. Sin embargo, mi involucración con la educación en Tenerife terminó cuando se decidió acabar con la Academia de Estudios Orquestales”, señala.

Opie, quien es padre de dos niñas, asegura con orgullo que en sus 25 años en la Isla ha tenido unos cinco o seis alumnos destacados, como es el caso de Germán Díaz y de Enrique Álvarez.

El reconocido oboísta sostiene que una orquesta sinfónica debe tener relevancia para la población de un lugar. “Está clarísimo que conciertos como el de Navidad o el de la plaza del Cristo de La Laguna tienen una gran repercusión; no obstante, el problema es que mucha gente piensa que esos dos conciertos son los únicos que hacemos. Por eso, resulta muy importante conservar lo que tienes. La OST está considerada entre las tres mejores orquestas del país. No está nada mal para hallarse en una isla. Lo que pasa es que si no se cuida, puede ocurrirle lo del Tenerife de fútbol”.