Cuando a finales de octubre de 2011 asistí a la presentación del libro Historia de los montes de Canarias, en el salón noble del Cabildo de Tenerife me acordé mucho de La Gomera y, en particular, de sus montes, de su parque nacional, de Garajonay. Allí estaban Guadalupe Mora, Pedro Luis Pérez de Paz y Carlos Silva, además de los compañeros forestales Marcos Peraza y José Antonio Barbero, viejos amigos del Icona. Saludé a los biólogos Jorge Bonet y Cristóbal Rodríguez, y a los ingenieros forestales Víctor Pérez y Manolo Torres, consejeros del Cabildo tinerfeño, así como a Juan Valle, Buenaventura Machado y Pascual Gil, entre otros. A medida que los presentadores del libro tomaban la palabra, mi imaginación volaba a La Gomera, a los montes de la Isla Colombina, a Garajonay.
Cito a Lupe Mora, consejera de Medio Ambiente en el Cabildo tinerfeño, por ser gomera y amiga de la familia de León Sosa, lo que significaba que se educó en un ambiente forestal. León fue sobreguarda forestal en la época que trabajé como ingeniero de montes en la Isla Colombina, entre 1966 y 1987, y participó de manera significativa en la declaración de Garajonay como parque nacional y como bien natural Patrimonio Mundial.
De los biólogos Pedro Luis y Carlos Silva tengo gratos recuerdos, a pesar de puntuales discrepancias, en la etapa de funcionamiento del patronato del parque nacional de Garajonay, a partir de 1982. Pedro Luis representaba al CSIC y Silva a las asociaciones ecologistas. El profesor Pérez de Paz me pidió en 1990 que participara en el preámbulo del libro editado sobre el parque nacional de Garajonay como Patrimonio Mundial, prologado por el que fuera presidente del patronato en 1986, el ingeniero y senador gomero Ramón Jerez.
A Marcos Peraza y a José Antonio Barbero hacía tiempo que no los veía, y fue emotivo el encuentro después de tantos años, sobre todo en el caso de José Antonio Barbero, que me ayudó en la isla gomera durante algunos años como técnico forestal. Con Marcos, compañero también en el viejo Icona, recordé nuestro interés por contar, escribir y divulgar la historia de los montes, y salieron a relucir personajes como su tío Leoncio Oramas y el conde del Valle de Salazar.
Faltó José Miguel González, el ingeniero jefe de los Servicios Forestales de Canarias en las décadas del 60, 70, 80 y 90, quien por razones familiares había marchado a EE.UU., como en 1974 al seminario de parques nacionales organizado por la Universidad de Michigan, que se desarrolló entre Canadá, EE.UU. y México. Su participación en el seminario técnico sirvió de base para comenzar el expediente de declaración de Garajonay como parque nacional, con la Ley de Espacios Naturales de 1975.
Y como también yo vuelo pronto a EE.UU. para participar en una feria internacional de libros, me van a permitir que evoque la fecha del 25 de noviembre de 1986, cuando se aprobó la inclusión de Garajonay en la lista de bienes naturales que son Patrimonio Mundial. Era el primer parque nacional español que era reconocido como valor universal, y como fui testigo de excepción del proceso administrativo, me van a permitir algunos recuerdos que iré desgranando en varios artículos.
Hoy voy a evocar algunos párrafos que escribí en el primer libro que se redactó con tal motivo en 1990. Al final de mi capítulo escribí, entre otros párrafos: “Efectivamente, en la tarde del 25 de noviembre de 1986, Radio Nacional de España lanzaba a las ondas el anuncio oficial del Comité de Bienes Culturales y Naturales de la Unesco, que, reunido en París, había acordado incluir en la lista de bienes naturales Patrimonio Mundial, bajo el número de elenco N-380, al parque nacional de Garajonay, situado en la isla de La Gomera (Canarias), teniendo en cuenta la petición del Gobierno de España, así como el informe técnico redactado por los señores Thorsell y Hamann, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), al valorar el alto significado natural y científico de la laurisilva de las Islas Canarias, cuya representación se encuentra protegida en dicho parque nacional, ecosistema de extraordinaria importancia, hábitat de especies raras o en peligro y verdadera joya relíctica del Terciario. (…)”. “El presidente del Patronato, Ramón Jerez, que había sustituido en el cargo al también ingeniero y senador gomero Carlos Bencomo, convocó sesión plenaria para el 9 de diciembre con el objeto de estudiar el alcance de la declaración del parque nacional como Patrimonio Mundial, así como las posibles acciones a emprender por tal motivo (…)”. “Con carácter institucional, se aprobaron dos temas de importancia, como fueron la celebración del nombramiento del parque nacional de Garajonay como Patrimonio Mundial en un acto oficial que se hizo coincidir con la inauguración del Centro de Visitantes del Parque, ubicado en el paraje de Juego de Bolas (Agulo), y la edición de un libro que tratase sobre el asunto, Garajonay, Patrimonio Mundial, de cuyo proyecto se encargó el profesor Pedro Luis Pérez de Paz, representante del CSIC en el patronato del parque y catedrático de Botánica de la ULL, quien coordinó todos los trabajos técnicos y científicos a incluir en la publicación (…)”.
“Garajonay y La Gomera han trascendido las fronteras geográficas y políticas de Canarias, incluso de España. Se ha convertido en parque nacional Patrimonio Mundial, y esto es algo que debe despertar un sentimiento de orgullo y satisfacción para quienes han logrado mantenerlo en su estado hasta la fecha: los gomeros y los responsables de su integridad física y de su administración. Además, y no nos cansaremos de repetirlo, La Gomera, con todas sus virtudes y defectos, constituye todo un símbolo de asociación entre cultura y naturaleza. El silbo, el tambor, las chácaras, el tajaraste, el guarapo, los cultivos, la identidad cultural de su población, su integración con la naturaleza, junto a los monumentos colombinos de San Sebastián y Garajonay, conforman sin duda alguna el símbolo de esta simbiosis que debe establecerse entre esos dos polos del futuro de los gomeros: cultura y naturaleza (…)”. Efectivamente, los gomeros han hecho posible aquella advertencia del filósofo inglés Francis Bacon, que anunció en los albores de la revolución industrial que no se puede triunfar sobre la naturaleza si no es obedeciéndola. Esto es lo que nos han enseñado los gomeros con Garajonay: proteger las raíces del hombre. Por todo ello y en nombre del colectivo: ¡Muchas gracias, La Gomera!
*Ingeniero de montes y director del parque nacional de Garajonay (1982-1987)