Que dice el señor José Manuel Soria, para explicar los apocalÃpticos recortes presupuestarios de la ViceconsejerÃa de Cultura y Deportes, que el Gobierno regional se ha dedicado hasta ahora a repartir subvenciones entre amiguetes. Como el partido liderado por el señor Soria ha gobernado ininterrumpidamente con Coalición Canaria -o le ha prestado su diligente apoyo parlamentario- desde la primavera de 1996 hasta el otoño de 2010, es decir, durante catorce floridos años, cabe deducir que, a juicio de Soria, los amiguetes de sus amigos eran sus amiguetes, hasta el momento, por supuesto, de abandonar tácticamente el Gobierno e irresponsabilizarse de cualquier decisión gubernamental. Este tipo de opciones ontológicas, que pretenden anular un cacho descomunal de la realidad, cuentan con la idiotizada narcolepsia de los ciudadanos, pero a veces inducen a sus entusiastas a olvidos peligrosos: Soria le podÃa preguntar a doña Isabel GarcÃa Bolta, en la actualidad concejala de Cultura y Fiestas en el Ayuntamiento de Las Palmas, por una edición facsÃmil de Electra, drama de Benito Pérez, de la que la ViceconsejerÃa de Cultura y Deportes, atendiendo sin duda a una irresistible demanda del mercado, tiró 5.000 ejemplares, y que contó con la supervisión y prólogo de la señora GarcÃa Bolta, entusiasta galdosiana y coordinadora técnica de Archivos y Bibliotecas de la Comunidad Autónoma, que probablemente pasaba por ahÃ. Claro que recuerdo despilfarros. Recuerdo exposiciones plásticas en Nueva York con barra libre y nalgas saltonas en el Astoria. Recuerdo un viaje para depositar una ofrenda floral en la tumba de Óscar DomÃnguez a ParÃs con la habitual fanfarria de periodistas y asesores y gorrones (aun) más espontáneos. Recuerdo la mayestática iniciativa de celebrar Bienales de Arquitectura y Paisaje cuyas cuentas escandalosas jamás se han hecho públicas. Recuerdo los fastos de Alberto Delgado (ahora escondido bajo la mesa, o quizás la mesa esté escondido bajo él) en Fuerteventura y La Palma, cientos de miles de euros en vuelos, hoteles y cuchipandas, para anunciar que habÃa llegado Malraux a la ViceconsejerÃa de Cultura y Deportes y que serÃa generoso, pero el que se moviera no saldrÃa en la foto. Recuerdo esa grotesca Estrategia para la PolÃtica Cultural, aprobada hace apenas un año, un conjunto de obviedades externalizado, y que ahora muestra su auténtica condición de papel mojado. Pero todo eso -los rastros y restos de una gestión a menudo manirrota, atada a ocurrencias pueblerinas, tentada a veces por el clientelismo- no justifica una masacre presupuestaria como la que esté en curso y que saldrá muy cara en términos sociales y culturales.