X
ECONOMÍA >

El periodo 2000-2009, un decenio con ‘mala uva’

   

Visita turística a una explotación vitivinícola del sur de la isla de La Palma, con cepas de la variedad malvasía. / DA

ROMÁN DELGADO | Santa Cruz de Tenerife

Por si alguien ha llegado a pensar que las crisis sectoriales eran pocas en las Islas Canarias, las estadísticas oficiales del hoy Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino reflejan que la actividad de producción de vinos de calidad en esta Comunidad Autónoma tampoco lo está pasando todo lo bien que se hubiera deseado.

En efecto, en el decenio 2000-2009, el último con datos cerrados y publicados en los anuarios estadísticos del citado Ministerio, la oferta isleña de vino con denominación de origen (en las Islas hay 10 áreas con este distintivo, a saber: cinco en Tenerife, Tacoronte-Acentejo -la más antigua-; Valle de La Orotava, Ycoden-Daute-Isora; Valle de Güímar, y Abona, más las de La Palma, El Hierro, La Gomera, Gran Canaria y Lanzarote) ha caído nada más y nada menos que el 50,8% (del registro de 106.145 hectolitros a 52.159), hecho que hay que atribuir a factores estructurales y también coyunturales. En este último caso, casi siempre la presencia de enfermedades que dañan la producción o las malas condiciones meteorológicas, que también lo hacen.

Pero quizá lo peor sea que éstos no son los únicos factores que contribuyen a tan importante descenso. Para nada. También están los motivos estructurales, que, siempre según las variables oficiales que sirve el Ministerio de Medio Ambiente (se puede acceder a ellas a través del sitio oficial en internet de este organismo público), guardan relación con una importante disminución de la superficie cultivada de uva de vinificación y con un peor dato de rendimiento por hectárea entre los años extremos del decenio. Éste último asunto, el del rendimiento por hectárea, está muy vinculado a los fenómenos coyunturales ya apuntados en el desarrollo de este análisis.

Atendiendo a la información que traslada el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Marino y Rural, las Islas poseían una superficie cultivada de uva destinada a la vinificación de 12.640 hectáreas en el año 2000.

Esta extensión global es hoy, a 31 de diciembre de 2009, el último decenio con datos oficiales, mucho menor, pues sólo alcanza el umbral general de 8.653 hectáreas. Ello quiere decir que Canarias se ha dejado por el camino, en esta etapa de diez años, una considerable extensión de casi 4.000 hectáreas (3.987, para ser precisos), lo que implica un retraimiento de la superficie que se destina al cultivo de uva para la producción de vinos en las Islas (con distintivo de calidad casi toda la superficie que se halla en el Registro Vinícola) del 31,5%.

En este importante descenso de extensión agrícola destinada a la producción de fruta para la elaboración de vino se aprecia una de las causas de la caída de la oferta de vino de calidad en el Archipiélago, que es el que se envasa con uva de finca registrada en el consejo regulador de la denominación de origen que le corresponda, el que se vinifica en bodega también perteneciente a la denominación de origen y el vino que pasa el comité de cata y se puede comercializar embotellado y con contraetiqueta que lo identifica como caldo con calidad y origen garantizados.

Pero hemos dicho que la causa no es única, sino multifactorial, como siempre suele ocurrir. Y luego están las causas directas del propio mercado y otras influencias que se pueden calificar como indirectas. Todo suma y todo resta, pero, en este caso, el de la marcha del sector vitivinícola de calidad en las Islas, parece que el signo negativo es el que ha tomado la delantera en los últimos años. Si bien es verdad que la caída de la oferta final de vino de calidad guarda relación con la reducción de la superficie que se destina a uva para vinificación de caldos con denominación de origen, no es menos cierto que la caída en el citado decenio del 50,8% también es atribuible a un menor rendimiento conseguido en 2009 con respecto a 2000, lo que se debe vincular a causas exógenas: mal tiempo y plagas, enfermedades.

[apunte]

Demandas abiertas

Aquellos años del REA. La primera gran batalla, dura batalla, de los productores de vinos de calidad de las Islas tuvo como objetivo acabar con las ayudas a la importación que el Régimen Específico de Abastecimiento (REA) concedía, desde el año 1992, a las importaciones de vinos a granel y embotellados sin distintivos de calidad. Hoy en día, desde hace ya algunos años, el sector vitivinícola local se ha quitado este dolor de cabeza. Pero le quedan otros.

Barreras fiscales. Las organizaciones de viticultores y bodegueros, entre ellas Vibocan y Asviten, junto a los consejos reguladores de las denominaciones de origen, mantienen abierta la petición cursada a las autoridades canarias y estatales para, por la vía fiscal u otras, ver la manera de encarecer los vinos importados que compiten con los locales. Además se pide encarecidamente que el instrumento fiscal canario AIEM no afecte a insumos de producción de las bodegas isleñas (vidrio, tapones…). A esto unen la necesidad de evitar que la entrada de uva de otros orígenes sirva para elaborar caldos que luego se comercializan como del país, una competencia desleal.

El capítulo Posei. Ha sido y es un enorme quebradero de cabeza para los viticultores, que han visto cómo se mejoró el Posei en su beneficio con la articulación de varias medidas para productores primarios y bodegueros, esto en aplicación desde enero de 2009, pero que de poco sirve porque las ayudas se pagan con muchísimo retraso. Este asunto tiene hablando solos a productores de de la denominación de origen Tacoronte-Acentejo, entre otros, que esperan un millón de euros en concepto de ayuda directa a la superficie cultivada de viñedo.

La unión que no llega. Cinco denominaciones de origen en Tenerife son muchas, muchísimas, y ello dificulta la mercadotecnia y quizá lo encarezca todo, y hace más difícil competir. ¿Quién coge la sartén por el mango para que haya una sola?

[apunte]