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El pintor del sujeto, verbo y predicado

   

Eduardo Alaminos (en la imagen) y Rafael del Valle subrayaron la 'esencialidad' de Díaz-Caneja. / DA

SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife

Juan Manuel Díaz-Caneja (Palencia, 1905-Madrid, 1988) es el pintor del sujeto, verbo y predicado. Así definió Eduardo Alaminos López, director del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid la pulsión vital, estética, de una de las figuras más significativas del arte del siglo XX español. Y es que, de acuerdo con Alaminos, en Díaz-Caneja “el sujeto es el paisaje interior, no el externo, al que el propio artista regresa para detenerse en los elementos fundamentales de su vida”. El verbo, por su parte, tiene su reflejo en “esa cristalografía con la que aborda su pintura, esa trama con génesis en el cubismo que va bordeando el paisaje; una trama cuya función es apresar la luz”. Finalmente, nos encontramos con el predicado, que tiene que ver “con esas variaciones sutiles en el color; un predicado que define la oración de un pintor esencial, donde no nos vamos a encontrar nunca con oraciones subordinadas”.

La Fundación Canaria Cristino de Vera, cuya sede se halla en la calle de San Agustín, en La Laguna, presenta desde ayer la primera exposición en el Archipiélago de un autor excepcional para entender el arte del siglo pasado. La muestra, que podrá contemplarse hasta el 28 de enero en la sala de exposiciones temporales, fue presentada por el propio Eduardo Alaminos; por la directora de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias, Clara Armas de León, y por el secretario del Patronato de la Fundación Díaz-Caneja de Palencia, Rafael del Valle Curieses.

Precisamente, al comentar esta interesante selección de 16 lienzos que se exponen desde ayer en La Laguna, Del Valle Curieses señaló que el artista empleó toda su vida en “buscar lo esencial”. “Tuve la suerte de conocerlo”, explicó. “Era un hombre lacónico, que decía las palabras justas en el momento adecuado y de la misma forma se expresaba en el arte, con una obra que tiene mucho de caleidoscopio, de vidriera medieval que se ciñe a la esencia”, apuntó.

Lo esencial

De esa manera, el secretario de la Fundación Díaz-Caneja aludió a la recreación de un paisaje, el de Castilla, que el pintor asumió desde su infancia. Un paisaje donde los cielos están reducidos a la mínima expresión, donde todo es tierra y casi no hay figuras, “y si las hay -destacó- es sólo para reflejar la soledad”. De manera que, tal y como precisó Del Valle, “hay tres elementos que caracterizan al artista: la fidelidad a una idea, la obsesión por captar la esencialidad de la tierra y también la fidelidad a las tierras castellanas”.

En otro punto de la presentación, Clara Armas aludió a la estrecha relación poética y estética entre Díaz-Caneja y Cristino de Vera. Se trataría, en suma, de un respeto mutuo entre dos creadores que se conocieron, que fijaron la mirada en la obra de Miró, Chillida u Oramas, y que coinciden en una visión ascética del arte, donde lo auténticamente importante nos llama la atención justo porque aparece exento de cualquier ropaje suntuario.

La única obra de la exposición que recoge la figura humana es A comunicar, un óleo de 1950. En él hay una mujer y dos niños enfrentados a un escenario de desamparo. Por esos años, entre 1948 y 1951, Díaz-Caneja, militante comunista, sufría un “retiro obligatorio” que lo enclaustró en Carabanchel y en el Penal de Ocaña.

A comunicar da cuenta de esa oscura realidad de los presos políticos que recibían en prisión la visita de sus familiares. Pero este cuadro, también, es un paisaje, el del dolor y la soledad.