
A. JOSÉ FARRUJIA DE LA ROSA | Santa Cruz de Tenerife
Hindi Zahra es la gran revelación de la nueva generación de músicos marroquíes. Su voz grave y calmada se funde con sonidos reposados que mezclan influencias de la cultura amazigh, del blues, del folk o del soul. Ha creado un delicado estilo inclasificable, rico en suaves armonías, que refuerza con unas letras humanas y sensibles. En esta entrevista nos habla de su primer trabajo discográfico, Hand Made, y de las experiencias acumuladas en tres años de gira. Hindi actuará en el Salón de Actos de CajaCanarias el martes 8 de noviembre, como parte de la programación del Otoño Cultural. La cantante inició su carrera como cantante tras la composición de Oursoul, una canción que en su idioma quiere decir Nunca más, aunque tiene otra lectura en inglés.
Hindi Zahra nació en 1979 en Khourigba, un pueblo cercano a Casablanca. Llegó a París con 14 años, siguiendo a su familia. Tuvo muchos problemas para adaptarse y pronto dejó de estudiar y se puso a trabajar, entre otros lugares, en el Museo del Louvre como vigilante. En 2005 compuso Oursoul, canción que en su idioma quiere decir Nunca más, aunque tiene otra lectura en inglés, y este fue el principio de todo. Actuaciones, contactos y, finalmente su disco Hand Made ( Blue Note/EMI, 2010), en el que aparecen una decena de temas, algunos ya con varios años a cuestas, que destacan por su originalidad y su frescura. En sus composiciones acumula multitud de influencias, desde la música popular de su región natal hasta las más que claras notas del blues y el jazz. Zahra reconoce, además, la influencia de las grandes voces del Magreb y de las divas egipcias, aunque sin olvidar el influjo del reggae de Bob Marley.Ha crecido escuchando a divas del raï y del châabi como Rimiti, o de la canción egipcia como Oum Khalsoum, entre música bereber y rock, pero también cercana al blues del gran Ali Farka Touré y al folk sensual de Ismael. Su aproximación al blues explica, en buena medida, que haya sido precisamente el sello Blue Note el responsable de este primer y estimulante trabajo de la cantante franco-magrebí.
Pero Hindi Zahra no es una estrella académica ni una nueva revelación del jazz vocal. En su casa, la música es una historia de familia, la novela de su vida, la de una bereber nacida en Marruecos con un padre militar, una madre cantante reconocida en su ciudad y unos tíos músicos influenciados por la escena post-psicodélica de su país.
-Su primer disco es muy completo musicalmente, recoge tradiciones e influencias muy variadas ¿Cuáles son las claves para elaborar un trabajo tan enriquecedor y original?
«Bueno, realmente no tengo ningún secreto. Creo que todo reside en las ganas con que afronto la música y en la intimidad que le aporto a todo el proceso de creación. Y por supuesto, también he bebido de una rica tradición familiar, desde niña. Siempre he sido muy receptiva, abierta a nuevos sonidos, lo que quizás explica también la variedad de matices que yo misma puedo luego aportar. Escribo una letra, toco un acorde, grabo las guitarras y los elementos rítmicos y después ajusto el texto, pero realmente, no hay ningún secreto. ¡En Marruecos, la música está por todas partes! Mis tíos también componían y tocaban sus propios temas. Yo bebí de ellos, por mimetismo al principio, porque quise hacer como ellos y me gustaba hacer música. Comencé a improvisar con tan sólo diez años. Tengo que admitir que no se me daba hacer versiones, por eso empecé con la creación desde bien temprano».
-Grabó su primer disco en su propia casa. ¿Cómo se siente tocando en directo canciones que han sido creadas en la privacidad, en la intimidad?
«Realmente no tengo la sensación de estarme desnudando ante el público. Mas bien siento que comparto con la audiencia algo que llevo muy dentro y que, por fortuna, puedo transmitir, con independencia del idioma que se hable en el país en que me encuentre. La música me permite crear un espacio entre la realidad y la poesía, me permite superar barreras idiomáticas y conectar con el público, a pesar de que cuente experiencias personales».
-Hay una tradición entre los críticos musicales por clasificar o etiquetar todo tipo de músicas. Su música es tan original, está abierta a tantas influencias, que realmente no creo que pueda ser englobada en las Músicas del Mundo. ¿Qué piensa usted sobre esto?
«Estoy totalmente de acuerdo. Mi música ha sido encasillada dentro de este cajón quizás por el hecho de que soy marroquí. Pero en el fondo mi música no es tradicional. Las etiquetas musicales vienen impuestas por la propia necesidad de crear marcas musicales, por cuestiones de mercado, pero como digo, esto no siempre responde a la realidad. Mi disco da cabida a una amalgama de influencias tan variadas y distantes musicalmente, que el adjetivo World Music no la describe con plenitud. No he querido hacer fusión sólo mezclando dos estilos de música. Quería llegar a lo que he hecho por diferentes medios, bien con percusiones tradicionales marroquíes, bien por arreglos de voz a lo marroquí o en bereber, y luego mezclarlo con jazz, con swing, con blues… pero sin olvidar las influencias tuareg».
-¿Hay alguna influencia parisina en su música, desde que reside en esta ciudad?
«Quizás he acabado impregnándome de algunos matices de la Chanson francesa, pero lo cierto es que no escucho música francesa. Estoy más interesada en la música norteafricana, en el soul y el jazz, pero no realmente en la música francesa».
-¿Qué destacaría de estos tres años que lleva girando con su grupo?
«Si he de ser sincera, es una experiencia extenuante, pero enriquecedora, muy enriquecedora. Al principio no estaba muy a favor de grabar mis canciones porque me gustaba hacerlas evolucionar, de ahí la importancia que tiene para mí tocarlas ante el público, conocer cómo responden al directo, cómo calan entre la audiencia. Pero tuve conversaciones con gente que me dijo que había que hacerlo, que había que editar el disco. El público también me pedía un disco después del concierto. Por eso decidí grabar. Pero como digo, tocar en directo es mi auténtica vocación. ¡Por eso he llevado muy bien estos tres últimos años!»
-¿Cómo cree que las revueltas árabes repercutirán en la música norteafricana, y en particular en su música, siendo conscientes de su origen?
«Bueno, particularmente creo que todos nosotros tenemos que hacer nuestra propia revolución, y tiene que ser personal en primera instancia. Pero en mi caso, en mi país no ha sucedido algo similar a lo acontecido en Túnez.
Nosotros estamos atravesando más por una evolución que por una revuelta. Las redes sociales, que tanto peso han tenido en la génesis de estas revueltas, están permitiendo a los músicos árabes un contacto frecuente con artistas foráneos. Y las nuevas tecnologías están poniendo al alcance nuestro sonidos y músicas que antes tardarían años en llegar. En este sentido, creo que, cada vez más, la música norteafricana se está abriendo a influencias externas, podría decir que se está occidentalizando. ¡Cuando estoy en el sur de Marruecos siempre sintonizo emisoras de radio de Canarias!. Por fin voy a poder tocar ante un público al que siempre he sentido muy cerca».
-¿Podría avanzarnos algo sobre sus proyectos musicales más inmediatos?
«A mediados de este año se editó un EP digital con algunas canciones nuevas y versiones acústicas de algunos temas extraídos de Hand Made. Pero lo cierto es que llevo tres años de gira y por el momento estoy disfrutando con el tour, tengo en mente varias ideas pero no he definido nada a corto plazo. La meditación y la música han sido mi salvación, por lo que, más pronto que tarde seguro me centraré en la preparación del nuevo álbum».