Fernando Tejero y Malena Alterio, en los papeles principales de '5 metros cuadrados'
Llega tarde, pero al menos llega. Parecía extraño y hasta indignante que el cine patrio actual no abordarse un tema tan casposo y esperpéntico y que en mayor o menor medida hemos padecido -y padecemos- todos como es la dichosa burbuja inmobiliaria, y los tejemanejes, las corruptelas políticas y las cuchipandas que rodean a este mundillo, en el que el único perjudicado y apaleado de verdad resulta el irredento españolito de a pie en busca, como un Indiana Jones urbanitas, de una vivienda digna (Constitución dixit, realidad se ríe a carcajadas).
El realizador madrileño Max Lemcke, inclinado siempre a abordar temáticas sociales, reflexiona sobre tamaña empresa en 5 metros cuadrados, una película con textura dramática pero con cierto toque humorístico, subrayado por actores de reconocida querencia a la comedia, a la sazón los otrora vecinos Fernando Tejero y Malena Alterio, en los papeles principales. Una indefinición que resta puntos al resultado final del producto.
Los británicos, que son maestros en la crítica social, se decantan mayoritariamente por la ironía y el sarcasmo para contar historias que ocurren al común de los mortales, aunque sería injusto obviar aquí a gente del país tan lúcida en satirizar a la sociedad contemporánea como Luis García Berlanga o Rafael Azcona, quien (por mentar un tema parecido) firmó el guión de la inolvidable El pisito (1959). No obstante, y a pesar de la poca consistencia final, Lemcke logra en 5 metros cuadrados que empaticemos desde el primer momento con la pareja de treintañeros en busca de su nidito de amor, y con las dificultades que surgen en el camino y que afectan a su relación, cuando por medio están los intereses de un despiadado constructor (un genial Emilio Gutiérrez-Caba) y la maquinaria que despliega.
Esperemos que se siga por este camino y el cine español refleje, a ser posible con la mejor acidez, los problemas que afectan a una ciudadanía inmersa en una crisis del copón. Material no falta, desde luego.