¡Qué tiempos aquellos en que decidimos ser un régimen parlamentario!
Asà lo votamos todos los españoles y lo recoge la Constitución de 1978, aún vigente. España es una monarquÃa parlamentaria y no este régimen presidencialista en el que se resume, de facto, unas elecciones generales en una disputa a dos bandas entre los candidatos de los dos partidos que hoy dÃa deciden la inmensa mayorÃa de los escaños, como ya dijo nada menos que el presidente de las Cortes, José Bono. Y nadie lo replicó porque es verdad.
Todo sustentado en una ley injusta y tramposa
El bipartidismo presidencialista es un hecho en España. Basta con seguir la información electoral, que en vez de utilizar como anagrama una urna y la fecha de las elecciones publicita directamente los sÃmbolos del PP y del PSOE. Ambos partidos colocan carteles por todo el paÃs de sus candidatos en Madrid, que de los locales ya se encargan de decidir en Génova y Ferraz. Todo gracias a un sistema electoral tramposo e injusto que favorece sus intereses y por eso no se cambia. Ni más ni menos.
La soberanÃa se escurre
La crisis financiera está demostrando que priman antes los intereses de los mercados que el de los ciudadanos, al punto que esta misma semana han caÃdo dos gobiernos, Grecia e Italia, sin pasar por las urnas. ¿Su pecado? No obedecer a esos mercados a los que se plegó RodrÃguez Zapatero, que tan de izquierdas presumÃa ser.
Hay que ir a votar, ahora más que nunca si cabe
Cuando se oye a los apóstoles del absentismo y a los que reniegan del sistema actual, se escucha de fondo los aplausos de quienes hoy nos esquilman. No ir a votar es hacer el juego de este despotismo financiero que ha tomado las riendas sin ambages. Y es radicalmente falso que no haya donde elegir, porque hay candidaturas de todo tipo. No votar es igual a rendirse.