Las ideas con fundamento siempre se imponen, vengan de donde vengan
Habló el presidente autonómico, Paulino Rivero, sobre la posibilidad de que las rentas más altas colaboren en la financiación de la Sanidad y se armó el belén. La propuesta, además de aceptable por los graves problemas para ajustar las cuentas, es de una lógica aplastante y para más inri es acorde con nuestro ordenamiento jurídico. La mejor prueba de ello es que la cúpula del PP, Mariano Rajoy incluido, también aboga porque sea la renta y no la edad el criterio que decida la gratuidad de los medicamentos. Lo más llamativo no es que algún popular que se precipitó en sus críticas al nacionalista no se dé ahora por aludido, sino esa tentación tan extendida de entender el servicio público en clave partidista.
Aunque sea de un partido
Una propuesta de la llamada izquierda real envía un vídeo por e-mail con el siguiente encabezado: “Creo que este vídeo te puede gustar… aunque incluya algunas pinceladas del programa electoral de un partido político”. Se entiende que, tras treinta años de partitocracia PSOE-PP, la política sea blanco de un enorme desprestigio entre los españoles, pero hay que combatir ese gandulismo intelectual resumido en la leyenda de que todos los políticos son iguales. El ejercicio político es tan imprescindible como digno. Otra cosa es el politiqueo.