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Medidas extraordinarias > Jorge Bethencourt

   

Verás… Primero salieron en la tele los principales responsables de las fuerzas políticas canarias anunciando, con una cara muy seria, que se habían puesto de acuerdo para tomar medidas excepcionales. Que Canarias, con trescientos mil parados, con las mayores tasas de pobreza, de exclusión social, de fracaso de sectores productivos, no podía seguir así, porque era un polvorín social. Así que habían decidido proceder a un recorte del empleo público que afectaría a un diez por ciento del personal de todas las administraciones. De forma paralela se plantearía la unificación administrativa de varios municipios de las Islas y la desaparición de más de la mitad de las empresas públicas, así como la eliminación inmediata del 50% de los cargos de confianza política y la reducción de un 30% de los sueldos de los altos cargos.

¡Coño! Me dije. Pero la cosa no acababa ahí. Además anunciaron que convocarían de inmediato un pleno del Parlamento de Canarias para aprobar, por unanimidad de todos los grupos parlamentarios, una propuesta que se elevaría al Congreso de los Diputados, para que a los canarios se les aplicara de forma inmediata una reducción del 50% en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) porque, de la misma manera que se conceden exenciones a las rentas del capital, hay que favorecer a las rentas de los trabajadores. Ni te cuento el revuelo que se armó entre los periodistas, que empezaron a preguntar cómo era posible que todos los partidos canarios se hubieran puesto de acuerdo en esto. Entonces tomaron la palabra los líderes políticos y les explicaron que dada la situación de los ciudadanos de canarias “se ha acabado el tiempo -te cito textualmente sus palabras- para perder el tiempo”. O sea, que lo que les vinieron a decir a los periodistas es que esto estaba muy mal, que había que reaccionar y que ya estaba bien de tonterías. Que todos ellos representaban a los canarios y que en esto tenían que formar una piña y defender a las islas.

-¡Asombroso!

-Bueno… Ya te podrás imaginar. Se me quedó el corazón parado del susto. Dije: a esta gente me las han cambiado y ya no las reconozco.

-Y entonces qué más pasó

-Pues que me desperté, porque ya eran las siete de la mañana. Así que me duché, me vestí y me fui a la oficina del Inem, que me tocaba cobrar el paro y ver si había salido alguna oferta de trabajo. Pero nada. Lo de siempre.

@JLBethencourt