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Principios inalterables > Ricardo Melchior Navarro

   

El pasado día 8 de octubre, en un artículo publicado en estas mismas páginas, anunciaba las razones de una decisión: presentarme a las elecciones del 20-N. Confesaba entonces que intentar ser senador por la isla de Tenerife era un reto importante. Y advertía, del mismo modo, que el objetivo no iba a ser nada fácil. Sabía de antemano que se trataba de una empresa complicada, tal y como indicaban las encuestas previas a la campaña, pero sentía al mismo tiempo que mi obligación era presentarme. Por responsabilidad y por la vocación de servicio que marcan todas las actuaciones que he llevado a cabo desde el instante en que decidí participar en la actividad política.

Consciente de la ola popular que entendió estas elecciones como la mejor manera de reprobar al Gobierno de Rodríguez Zapatero, sé que lo fácil hubiese sido sacudirme la responsabilidad de representar a mi partido. Pero quienes mejor me conocen, sobre todo aquellos que conforman mi entorno familiar, profesional y político, saben a ciencia cierta que no es mi estilo. Es otro el sentido de compromiso que guía mis actos.

La difícil situación que padece en estos instantes nuestra tierra, sumida como toda España y buena parte de Europa en una aguda crisis económica, nos obliga redoblar los esfuerzos para hacer valer los derechos que nos asisten a los tinerfeños y a los canarios en general.

Como también dije entonces, quienes trabajamos para los demás -y no para nosotros mismos- queremos buscar una solución y salir cuanto antes de esta coyuntura adversa. Su origen no tiene un motivo único sino que es fruto de la confluencia de diversos factores, en muchos casos ajenos a nosotros. Y de ahí que las soluciones solo puedan partir de un trabajo colectivo, con altitud de miras, sin otro fin que la supervivencia común. Los presagios acerca del año 2012 resultan preocupantes, por más que en nuestro ámbito más cercano sigan produciéndose hechos que invitan a la ilusión, como es el caso de la recuperación del turismo y la generación de puestos de trabajo.

No obstante, nuestro Archipiélago -igual que los territorios de ultramar franceses- sufre de manera especial el impacto del desempleo.

Y ese hecho, en sintonía con lo que los nacionalistas venimos proclamando desde hace tiempo, remarca nuestra exigencia acerca de la necesidad que tiene Canarias, como espacio fragmentado y alejado del continente, igual que esos otros citados, de políticas diferenciadas que nos ayuden a remontar esta situación.

Por encima de la crítica banal que se nos ha hecho, acerca de lo que proclamamos como una necesidad ineludible, la presencia en Madrid de una voz que defienda el derecho que nos asiste -la defensa de nuestra realidad distinta-, seguiremos en el empeño. Con la representación obtenida en el Congreso y en el Senado, los nacionalistas continuaremos peleando en las Cortes para que las grandes fuerzas estatales gobiernen y legislen atendiendo a las justas demandas de Tenerife y de Canarias.

Junto a la felicitación a quienes han obtenido el respaldo suficiente como para ocupar los escaños que se dilucidaban en las Islas, cuya tarea a partir de ahora no puede ser otra que la defensa de los intereses del pueblo que les ha votado, quiero expresar también mi gratitud sincera y emocionada a quienes me respaldaron en la cita electoral del pasado domingo. A quienes renovaron su confianza en mí y a quienes lo hicieron por vez primera. Sepan todos que continuaré trabajando, durante los próximos años, bajo los mismos principios: responsabilidad, sentido de compromiso y vocación de servicio.

*Presidente del Cabildo de Tenerife