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... Y NO ES BROMA >

Telediarios > Conrado Flores

   

Si hay un formato televisivo que ha evolucionado poco durante los últimos 25 años es el de los telediarios. Han incorporado la tecnología y el caramelo parece otro pero sigue sabiendo más o menos igual y te deja el mismo aliento. El hombre -o la mujer- del tiempo ya no tiene que pegar soles o relámpagos sobre un mapa de cartulina, sino que mueve las manos sobre unas imágenes chulísimas vía satélite donde se puede ver la evolución de las nubes por los cielos de Europa. Los cambios se reducen a poco más que eso.

Los telediarios siguen comenzando con las tragedias y conflictos internacionales y luego continúan con los nacionales. En el primer bloque suelen salir presidentes de estado, carros de combate, inundaciones y la bolsa de Nueva York; y en el segundo, políticos, oficinas del paro y movilizaciones de gente muy enfadada. Pasado un cuarto de hora, cuando ya te estás planteando si merece la pena vivir en un mundo así, pasan al bloque de sociedad, donde se abordan temas tales como desapariciones, maltratos a mujeres y atracos a joyerías. Llegado este punto ya estás convencido de que esto no hay quien lo arregle y piensas en ir a la cocina a abrir la llave del gas. Poco después, para evitar que el público más sensible apague el televisor, la cosa afloja un poco y te ponen alguna noticia a modo de analgésico, como el nacimiento de algún oso panda en un zoo o alguna noticia relacionada con la gastronomía.

La única diferencia importante de los actuales informativos de televisión radica en que las presentadoras tienen que ser muy atractivas. Da igual si eres licenciada en Periodismo, si te quedó alguna asignatura de la carrera o si te quedan dos cursos: si estás buena y sabes leer el prompter, ¡adelante! Por supuesto, a tu lado siempre pondrán un señor cincuentón con canas para transmitir seguridad, credibilidad y experiencia. Así es, ahora para narrar un temporal tienes que ser joven, bella y sexy. Antes, eso sólo te bastaba para promocionar yogures en un anuncio en el que te doblaban la voz.

Y después, la telenovela. Eso tampoco ha cambiado.