TINERFE FUMERO (ENVIADO ESPECIAL) | Valverde
Que ella sepa, fue la primera mujer que se puso al volante por las carreteras herreñas y puede que palmeras. Tampoco habían muchas mujeres que fumasen y vistiesen pantalones por estos lares en los años cincuenta. Su profesión le permitió conocer las Islas y buena parte de la Península, pero su extensa biografía incluye un dato muy singular: ahora vive su tercer proceso eruptivo en Canarias. A Milagros Morales (Valverde, 1937) el volcán no le da miedo.
-Su primer volcán, el palmero de San Juan en 1949, la coge muy joven. ¿Cómo lo vivió?
“Íbamos para Tenerife y entonces el barco iba de isla en isla. Cuando llegó a Santa Cruz de La Palma, se veía el humo y poco más, pero pusieron una guagua para los que quisieran verlo. A mí no me dejaban ir porque decían que era muy pequeña, pero yo era una miniatura, flaquita y chiquita, y me colé en la guagua”.
-¿Qué vio?
“Poquito porque nos tuvieron diez minutos nada más. Veías la lava corriendo, humeando, pero no veías el color rojo sino que era oscuro. Es el recuerdo que tengo y poco más”
-¿Olía mal?
“No. Fue como un paseo turístico. Del barco también se veía porque llegó al mar, pero no impresionaba. No fue agradable ni desagradable. Me impresionó más cuando vi un río en la Península”.
- Y repite en 1971 con el Teneguía, también palmero y en la misma zona…
“Eso fue muy diferente, otra cosa. Algo maravilloso”.
- ¿Acabó en La Palma por casualidad, como la otra vez?
“No. Yo vivía aquí, en Valverde, con mi hija mayor que tenía cuatro meses [tiene dos más]. Llamó alguien y nos contó que había explotado un volcán en La Palma. Cogí a la niña y me fui para verlo”.
-¿Y su marido?
“Mi marido encantado por la sorpresa que se llevó cuando me vio aparecer con la niña. Es que él era cabo de la Guardia Civil y lo habían destinado a Los Llanos de Aridane. Él no me pudo llamar pero me mandó mensaje para que estuviera tranquila, que estaba bien. Ni le avisé de que iba ¡y se quedó encantado cuando llegamos!”.
-A Teneguía fue mucha gente…
“Venían de todas las islas, los barcos a tope, los aviones… La gente iba a verlo a la montaña de Las Tablas. Se quedaban a dormir y todo”.
-¿Le gustó la erupción?
“Fue algo maravilloso, precioso, gradioso, bellísimo. Tú te imaginas que ves un suelo raso, liso, y de repente empieza a vomitar la lava, que no sabes lo que es porque solo ves que se mueve la tierra, y se forma una montaña preciosa, y sigue y sigue… La piedra era incandescente. A casa nos llevamos una bomba y hasta que no pasaron tres meses no la pudimos tocar porque estaba caliente. Cuando al fin se enfrió se rompió en mil pedazos”.
-¿Pero al principio no le cogieron respeto al volcán?
“Bueno, al principio la gente tuvo un poco de miedo, pero luego ya se acostumbró”.
-¿Se desplazaron muchos medios a La Palma?
“Nada. Mandaron veinticinco guardias civiles jóvenes para hacer el cordón. Explotó el volcán entre Las Indias, Los Quemados y el propio pueblo de Fuencaliente. Como evacuaron a la gente que vivía en Las Indias y en Los Quemados, les dieron un pase para que fueran todos los días a darle de comer a los animales, pero los turistas les compraban los pases y por eso pasó lo que pasó. Cuatro médicos de Las Palmas que veían con sus mujeres les dieron dinero a los vecinos para cogerles los pases y solo se les ocurre ir al pie del volcán. Los gases los dejaron atontados, pero se salvaron porque una era una enfermera muy alta que pudo avisar de lo que ocurría. Otro, que fue solo, se murió por los gases, pero ese no compró pases sino que era del pueblo y conocía el lugar, así que se metió por el campo de noche y pasó el cordón. Fue el único muerto del Teneguía”.
-¿Duró mucho?
“Muy poco, unos veinte días”.
-¿Habían terremotos como aquí?
“Sí, claro. No sé cómo son los de aquí porque vine ayer de Santa Cruz porque fui al médico, pero allí se sentían en Los Llanos que había que coger las cosas de la mesa para que no las botara al suelo. Y nada de cosas colgadas de las paredes porque las tiraba. Eran fuertes, eran muy fuertes”.
-Y ahora, el tercero. ¿Qué le parece por ahora?
“Lo primero que pensé fue qué bello. Luego pregunté dónde era, y cuando me dijeron que en Las Calmas me dije allí no le hacía daño a nadie. Un volcán es un espectáculo digno de ser vivido”.
-¿Ha visto ya la mancha?
“No, porque llegué ayer de Santa Cruz. Iré, pero mejor de noche porque se ve mejor”.
-Será cuando salga a la superficie, porque ahora lo que hay es un burbujeo y una gran mancha…
“Eso ya lo vi por la tele. Ahora se asustan con los terremotos, claro como tienen cien mil sismógrafos los detectan. Hay algunos que se notan, pero bueno”.
-¿Qué le parece lo de ahora comparado con lo de antes?
“Esto es otra cosa. Hay de todo: militares, no militares, un campamento ya montado para miles de personas. Parece mucho porque estamos en crisis y tampoco se va a hundir la Isla. La verdad que a mí me parece un poco excesivo, hay mucha parafernalia. Pero yo soy así, que no me asusto por nada. Si estaba en Santa Cruz era por el médico, y me preguntó que si iba a volver a El Hierro. ¡Pues claro que sí, si está aquí mi hija!. Yo sé que no va a pasar nada en la Isla.Y lo del túnel no es una novedad, porque siempre han habido desprendimientos. Qué más da que se caigan las piedras por la lluvia que por un terremoto”.
-Solo una cosa más. ¿Qué le dijo el médico?
“Que estoy estupendamente. ¿Dejar de fumar? Fumo desde los 18 años aunque mi padre no me dejaba. Ahora tengo 74 y el médico me dice que tengo los pulmones mejor que otros muchos que no fuman. ¿Por qué iba a dejarlo?”.