Cuando pasamos por un control de seguridad en un aeropuerto cualquiera del mundo, casi hemos de semidesnudarnos, despojarnos de enseres personales y metálicos, y lo más divertido: quitarnos los zapatos.
Si esto nos otorga seguridad ciudadana, hasta nuestro destino final, es algo para agradecer, aunque recientemente hay pasajeros que tuvieron que pagar un dinerillo extra no contratado en trayectos asiáticos cuando un avión austriaco, con la excusa de repostar, exigió para finalizar su camino la calderilla de los pasajeros. Y estos pasajeros también se habían quitado los zapatos. En fin, el caso era llegar a casa y todos pagaron. Quizá recuerden que hace un año el espacio aéreo español estuvo cerrado por una huelga de controladores aéreos, y puede que por otros detalles, aunque en aquel momento, con o sin zapatos, nadie despegó, y fue un puente festivo fallido de ilusiones.
Pero hoy, en este puente, ¿qué es lo que ha cambiado en el espacio aéreo? Los canarios contamos con una nueva torre de control en el aeropuerto Tenerife Norte, con sistemas de comunicación muy avanzados, pero el aeropuerto… ¿garantiza todas las medidas de seguridad necesarias para los ciudadanos?, ¿se cumplen las revisiones técnicas de los aviones?, ¿los pilotos vuelan las horas permitidas y los controladores descansan lo suficiente? ¿Y se mantienen al alza los billetes bonificados para los residentes en Canarias? Esperemos que sí, y nos seguiremos quitando los zapatos. Otro asunto es el sobrepeso antes de volar: la incautación policial de piedras del Teide, que indebidamente sustraen muchas personas en el Parque Nacional, pero ¿son devueltas al parque o pierden su identidad al salir de su hábitat?
También existen cuestiones de seguridad ciudadana en los alrededores del aeropuerto Tenerife Norte. Las casas en un radio cercano son insonorizadas con ventanas especiales y, en relación con la protección de los terrenos, huertos y casas, celebramos que el Cabildo acuerde modificar el Plan Insular de Ordenación Territorial (PIOT) y las hectáreas aledañas al aeropuerto queden protegidas para su uso agrícola, y que AENA suelte el plan de ampliación del aeropuerto, y que sean los barrios de San Lázaro y Camino de la Villa los que disfruten de su uso, que, dicho sea de paso, se lo han ganado a pulso.
Durante los últimos años, la asociación de vecinos de San Lázaro ha sido motivada por un hombre excepcional, su vicepresidente. Don Andrés es la viva estampa de Robin Hood, y su canariedad y tenacidad con los vecinos lo han llevado a recolectar más de 150 plantas autóctonas canarias de las siete islas del Archipiélago, y a sembrarlas en esos terrenos y a proteger un jardín único en Tenerife. Además de impulsar una cruzada legal en peticiones, mociones y comunicaciones públicas para conservar este suelo como agrícola, en el que hace 500 años vivía una zona impresionante de laurisilva. Sólo nos queda saber la fecha de la firma del acuerdo de recalificación del terreno, y celebrar con estos árboles protegidos la Navidad, y cómo no, dejar los zapatos a Papa Noel.
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