Sin atajos >

¿Doble moral? > Ángel Llanos

El pasado sábado, las personas que paseaban por el CC Meridiano (Somos parte de ti, es su lema) se encontraron varios mostradores instalados en uno de sus amplios pasillos con locales a ambos lados. Sería un ejemplo de aprovechamiento de la superficie comercial, de no ser por su contenido: vibradores, juguetes sexuales y todo tipo de productos relacionados.

Esa gran superficie llama a las familias tinerfeñas a visitarlo en la época en la que los cristianos celebramos el Nacimiento de Jesús promoviendo los valores entrañables de estas fiestas, decorando el centro con el Misterio del Nacimiento y el gran árbol de Navidad, junto a ositos de peluche gigantes en entornos nevados, buscando que los hijos que acompañan a sus padres se encuentren cómodos durante las compras. Pero no advirtieron en su publicidad que los niños iban a tener acceso, a la altura de sus ojos, a todo tipo de ortopedia sexual, con diferentes formas y colores; y no dentro de una tienda, sino en el centro de los pasillos, lo que hace inevitable que los menores contacten con este material en la boutique del sexo. Algunos consideran este hecho un ejemplo de doble moral, porque los niños reciben imágenes violentas en la televisión, en los videojuegos o incluso en algunas calles donde se ejerce la prostitución. La diferencia está en que los padres pueden elegir si sus niños juegan con ese videojuego, ven un determinado programa de televisión e, incluso, pasan o no por una calle en concreto; pero en este caso nadie les advirtió de que sus hijos tomarían constancia de la existencia de esta mercancía sin su consentimiento.

También hay quien le quita importancia, indicando que los niños ni se enterarían si sus padres no se escandalizaran o recurriendo a la normalidad en la información sexual. Pero no le corresponde a este centro comercial, donde Carrefour tiene instalado un gran supermercado, decidir parte de la educación sexual de los niños de la Isla, suplantando a los padres a la hora de ponerle a la altura de sus narices este tipo de objetos. Porque no se trata de valorar la información o las relaciones sexuales en pleno año 2011, sino qué lleva a una empresa a mostrar libremente a los niños objetos sexuales de todo tipo en medio de las galerías comerciales durante la Navidad.

El contenido del negocio y sus usuarios no merece valoración alguna: cada uno es libre de vivir su sexualidad como le plazca. Pero desde el momento que afecta a menores de edad, supone un ejemplo de pérdida de principios y de valores que la Administración debe combatir.

*Exportavoz del PP en el Cabildo de Tenerife y en el Ayuntamiento de Santa Cruz