Desde hace unos meses soy uno más de la multitud que conforma la archiconocida red social que te recibe con la indiscreta pregunta que preside estas líneas. Nunca he respondido. Soy un usuario poco participativo, reconozco; no tanto porque no quiera como porque suelo eludirla considerando que no dispongo de tiempo ni de “soltura social” suficientes para importunar a mis escasos amigos con una respuesta digna. Pese a mis dudas sobre la coherencia gramatical de la pregunta (¿no sería más adecuado ¿En qué estás pensando?, pues ¿se piensa “algo” o “en o sobre algo”?), la traigo a colación porque diversos expertos han puesto la lupa sobre cómo están afectando a nuestro pensamiento las redes sociales y sus aledañas y más o menos sofisticadas tecnologías varias que nos posibilitan una comunicación inmediata. Al respecto, se ha planteado la hipótesis de que este afán por la inmediatez, por estar en todo, atender al teléfono, consultar el correo, cultivar las relaciones virtuales o responder al wastsapp acaso esté deteriorando lo que en neurociencia se conoce como pensamiento profundo. Un servidor no tiene dudas, por experiencia, de que toda esta cohorte de vías de comunicación, y las acaparadoras atenciones que requieren, constituye un coctel maligno que impide la concentración y, en consecuencia, el rendimiento, la productividad, la creatividad, la chispa… El pensamiento obedece a la aún en parte misteriosa química sináptica y su intrincada vestimenta de neuronas; y la historia de la ciencia y la cultura está plagada de ejemplos que acreditan que recorrer los mismos caminos lleva, indefectiblemente, a los mismos sitios. Quizá corramos el riesgo de que este embrollo tecnológico contemporáneo acabe por asfixiarnos y, con inercia neuronal enmascarada y superficial, nos lleve a los sitios de siempre, que no es poco; peor es darnos cuenta de que no hemos llegado a sitio alguno. Tiempo y energía se cotizan tanto hoy que a quien se puede permitir derrocharlos pensando en qué está pensando le tengo envidia. Sana, pero envidia al cabo, pienso.