FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife
Como le ha ocurrido a muchos músicos, Stefano Piergentili se inició en este mundo del arte queriendo tocar un instrumento y acabó por dedicar su vida profesional a otro. Este italiano de 36 años, miembro de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST), anhelaba ser pianista, pero el destino lo llevó por otro camino bien distinto: el del fagot.
“Tenía 15 años y era un poco tarde para tocar el pianoforte. Hice todos los exámenes en el conservatorio y no me escogieron. Entonces pensé: Voy a elegir el instrumento menos buscado por la gente; me inscribo, y una vez dentro, luego podré pasarme al piano, y escogí el fagot. Mi primer maestro, que era el primer fagot de la orquesta de La Scala de Milán, me estimuló mucho en su estudio, y acabe enamorándome de este instrumento”, comenta.
Stefano Piergentili, que ha echado raíces en la Isla, “con novia y familia canaria”, considera que a pesar de su apariencia, el fagot no resulta un instrumento excesivamente farragoso. “Cada uno tiene su dificultad; no hay instrumentos más fáciles ni más difíciles. El fagot posee como inconveniente que es muy difícil sacar un sonido decente antes de unos dos meses. Después está lo de la caña, la cosa más complicada, y que requiere más tiempo. Estableciendo un símil, puedo decir que el fagot es el violonchelo de los instrumentos de viento-madera. Resulta bastante dúctil: se presta bien como acompañamiento en el bajo y tiene, además, una voz aguda que sirve mucho para los solos. No ha sido muy considerado por los compositores, porque se etiquetaba como un instrumento grotesco y de acompañamiento, pero a partir de Stravinsky en La consagración de la primavera se ha desarrollado más y se utiliza en la melodía en el registro agudo”, explica el músico milanés, quien arribó a la Isla en el año 2004. “Me diplomé en 1999 y después estuve un mes trabajando en la orquesta del Teatro de La Scala, y otro mes en la orquesta de Santa Cecilia, en Roma. Tras estas experiencias, gané un concurso en la orquesta de Bolsano, en el norte de Italia; y luego me marché dos años a Alemania. Gané otro concurso en la orquesta de Giuseppe Verdi, en Milán, donde estuve dos años más y después obtuve la plaza de Tenerife. Me dije, ésta es la mía…”, resume así Piergentili su periplo profesional hasta llegar a la Isla.
El fagot solista de la OST opina que tocar en la Sinfónica tinerfeña es “mucho más relajado” que en otras orquestas en las que ha estado. “En Milán, por ejemplo, entraba a las 9 de la mañana y salía a las 10 de la noche, con cuatro conciertos por semana”, apunta para poner énfasis en que se refiere con ello sólo a una “cuestión de cantidad de trabajo”, porque en “calidad” la OST “está a un nivel muy bueno en Europa”.
De los directores que ha tenido en la OST, destaca a Víctor Pablo Pérez y a Lü Jia, al que califica de “impresionante”. Sobre su compatriota Carlo Ricci, que dirigió el concierto de la OST del pasado viernes, asegura que es “severo, disciplinado, y muy bueno”.
Stefano Piergentili sostiene que en la Isla existe afición y gusto por la música clásica, “sobre todo, por la ópera”, aunque reconoce que en líneas generales hay cierto “prejuicio” con esta disciplina porque se la suele vincular “a un público muy selecto”.
“Si la gente se acercara de verdad a la música clásica, descubriría que aprender una sinfonía o una melodía es como aprender de memoria una canción de un artista de música ligera”, remacha este músico, que no duda en recalcar que su maestro ha sido Sergio Azzolini, “actualmente el más grande fagotista viviente”.