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“En Hispanoamérica no se acepta un diario lleno de faltas de ortografía”

Alberto Gómez Font y Ramón Alemán, el pasado viernes en el hotel Mencey. / ÁLEX ROSA

DIARIO DE AVISOS | Santa Cruz de Tenerife

Alberto Gómez Font, coordinador general de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), presentó el pasado jueves en Santa Cruz el libro Lavadora de textos, una recopilación de los artículos publicados hasta ahora por el periodista y corrector tinerfeño Ramón Alemán en el blog www.lavadoradetextos.com, con prólogo del propio Gómez Font. Un día después, DIARIO DE AVISOS propuso a ambos que mantuvieran una conversación sobre la pasión que ambos comparten: el buen uso del español.

Ramón Alemán: Aún no me has dicho qué piensas de la criatura.

Alberto Gómez Font: Pues al ver un libro de este tipo corroboro la idea de que para los que tenemos cierta edad todavía es muy importante el papel. Está muy bien el blog, pero a mí me da muchísima más pereza meterme en internet que agarrar un libro y leerlo, y me gusta tener en los anaqueles de mi biblioteca libros de este tipo, que son referencias y si en un momento determinado quiero saber qué has dicho sobre un asunto concreto, lo miro en el libro, no lo miro en el blog.

R.A.: Sí, un amigo me decía esta mañana que leer en el libro lo mismo que ya había leído en el blog tenía para él un sabor distinto, y yo estoy de acuerdo. Se lee de otra forma.

A.G.F.: No tiene nada que ver. Además, el ver un librito como este -querido, sugerido por los amigos y recién publicado- hace que te entren ganas de repetir y también hace que tus amigos te pregunten cuándo será el siguiente. En un blog no te preguntan cuándo viene lo siguiente porque saben que cada semana tienen su articulito, pero con el libro a la gente le apetece otro, algo que se pueda coleccionar.

R.A.: La pena es que a este tipo de libros les pasa lo que tú comentas en el prólogo: que pasados unos años se quedan viejos desde el punto de vista lingüístico porque algunos errores que se comentan dejarán de ser errores.

A.G.F.: Sí, pero desde el punto de vista periodístico es muy interesante porque en algunos artículos dices cosas como “El domingo pasado leí una noticia…”, y eso le da mucha frescura y lo enriquece: la gente ve que escribiste para dar soluciones muy concretas sobre algo que pasaba en ese momento.

R.A.: Yo ya escribía recomendaciones de ese tipo para mis compañeros cuando hacía labores de corrección en prensa, y en algunas empleaba ese humor que ahora uso en el blog porque creo que así las sugerencias se aceptan mejor. Y me acabo de dar cuenta de que esas notas fueron la raíz de Lavadora de textos

A.G.F.: Los periodistas agradecen que estés al pie del cañón y que avises sobre algunas cosas que pasan inadvertidas. Mira, esta mañana hablaban en las noticias de un jugador de fútbol del Barcelona -creo que se llama Villa- que se ha roto una pierna, y han dicho dos veces que lo habían trasladado en un furgón hospitalizado -el furgón estaba hospitalizado– y que después lo iban a meter en un avión, también hospitalizado. Entonces he llamado rápidamente a la Fundación del Español Urgente y les he preguntado si habían oído eso. Ya estaban trabajando en ello, y ahora me acaba de entrar una recomendación nuestra en la que se dice que es mejor usar medicalizado, que nos parece un neologismo bien formado y correcto.

R.A.: Lo que no acabo de entender es por qué casi todos los medios de comunicación españoles han prescindido de sus equipos de corrección, cosa que, según dices en el prólogo del libro, no ha ocurrido en Hispanoamérica.

A.G.F.: Hasta principios de la década de los noventa en España había equipos de correctores de estilo en todos los medios, o por lo menos en los medios con medios –o sea, con dinero–, pero con la llegada de los correctores automáticos de textos alguien pensó que la máquina lo haría todo. Y antes de eso los correctores ya eran los primeros en irse a la calle cuando había recortes. En cambio, a mí me ha tocado dar cursos y talleres a periodistas de Hispanoamérica y me he encontrado con la grata sorpresa de que allí hay equipos de correctores que se leen el periódico antes de que salga.

R.A.: Lo curioso es que en algún periódico de España ha habido una autocrítica en relación con los fallos en el proceso de supervisión que han llevado a que salgan publicadas tantas erratas, pero yo me pregunto de qué les vale esa autocrítica cuando son los propios periódicos los que eliminan uno de los eslabones de esa cadena de edición.

A.G.F.: Bueno, te estás refiriendo directamente al Defensor del Lector de El País, aunque no quieras decirlo. Es digno de encomio y de felicitación que el Defensor del Lector dedique una o dos veces al año su espacio a recoger las quejas de la gente que les escribe para decirles que están patinando en el uso del español, pero la frase final reiterada en ese tipo de artículos es “Intentaremos poner los medios adecuados para que esto no vuelva a ocurrir”, y no los ponen. Y después te encuentras con cosas alucinantes como que en el libro de estilo de un periódico tan importante como es El Mundo se dice que las mayúsculas no llevan tilde. ¿Cómo se permite un periódico saltarse una norma de ortografía tan básica? Es muy triste que grandes diarios españoles tengan esos problemas, porque El Tiempo, de Bogotá, o el Clarín, de Buenos Aires, no los tienen. Y no los tienen porque los lectores no aceptarían un diario lleno de faltas de ortografía, errores gramaticales o erratas.

R.A.: Ayer me hablabas de que hay que condenar el purismo y el inmovilismo en la lengua española… Yo estoy de acuerdo, aunque reconozco que hace unos años era un poco más intransigente que ahora.

A.G.F.: Es que hay gente que defiende el español como si alguien fuera a atacarlo, pero el español no está en peligro, no hay una conspiración para acabar con él. De hecho es una lengua muy viva, hablada por cientos de millones de personas, y eso le da una riqueza tremenda. En 1997 Álex Grijelmo y yo presentamos en Zacatecas un proyecto, que era el sueño de hacer un libro de estilo común para todos los medios en español de América y de España. La Academia nos robó la idea y sacó el Diccionario panhispánico de dudas, aunque la RAE reconoce que el Panhispánico nació de la mano de Grijelmo y Gómez Font en Zacatecas, y de hecho nos invitaron a participar en ese diccionario.

R.A.: El Panhispánico es una de mis herramientas favoritas, aunque siguen sin adaptarlo a la Nueva gramática y a la Ortografía de 2010. Y es una pena, porque las facilidades que da Internet para actualizar contenidos es algo que habría que aprovechar en una lengua que cambia con tanta rapidez.

A.G.F.: Yo quiero buscar a correctores y revisores como tú, gente que tenga blogs como Lavadora de textos y libros parecidos, y crear en internet una red donde haya un intercambio fluido que permita que tu blog se lea también en Bolivia y el blog de un boliviano se lea también en Panamá. Ese nexo de unión permanente sería muy enriquecedor en este mundo cada vez más globalizado. Sería algo así como un blog interactivo en el que la gente pudiera acudir a un solo sitio a buscar todos los recursos que hay. La tecnología ha hecho posible que estemos viviendo un momento de intercambio, de compartir, de no ir cada uno por su lado, y eso hay que aprovecharlo.