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“Si los padres se implican, ya tenemos el 90% de los resultados”

Miguel Jaubert imparte la especialidad de violonchelo. / FRAN PALLERO

NANA GARCÍA | Santa Cruz de Tenerife

La música en la capital está de suerte. La apertura de la nueva sede de la Escuela Municipal de Música de Santa Cruz supone un impulso a la cultura artística, y lo hace sobre un proyecto que quiere colocar a los progenitores como colaboradores de la formación musical. “Si los padres se implican, ya tenemos ganado el 90% de los resultados del alumno”, explica Miguel Jaubert Ríus, actual director del centro, que incluirá en el programa educativo “actividades para que las familias participen” en el devenir del centro.

Volver a empezar. Este año la Escuela de Música cumple 11 años y, sin embargo, se enfrenta al nuevo curso escolar como si fuera la primera vez, “con un 95% de ocupación y listas de espera en prácticamente todas las especialidades” y “mucha ilusión”. El marco general de la crisis económica y la merma de los presupuestos del Organismo Autónomo de Cultura para el próximo ejercicio deja en suspenso las expectativas de crecimiento del centro, aunque su profesorado tiene claro que ello no puede influir en la calidad de la enseñanza. “Sabemos que tenemos que reinventarnos porque tal y como está el panorama económico, tenemos que ir viendo de qué manera podemos ir haciendo actividades” para sacar adelante “muchísimos proyectos nuevos”, sostiene Miguel Jaubert.

Un nuevo hogar artístico

Esta nueva etapa de apenas dos meses de trayectoria se desarrolla en la casa de Sixto Machado, una construcción de principios del siglo XX ubicada en pleno corazón de la “avenida de las artes”, observa el director, ya que comparte entorno con la Facultad de Bellas Artes, la Escuela de Arte Fernando Estévez, el Conservatorio Profesional de de Música de Santa Cruz, y las sedes en Tenerife del Conservatorio Superior de Música de Canarias y la Escuela de Actores de Canarias. La recuperación del edificio ha resultado ejemplar, a juicio de su director, ya que, ha primado la sobriedad y la adecuación al contexto.

Profesor de la escuela desde su fundación, Miguel Jaubert reconoce que más que la realidad económica, fue “el traslado de ubicación y el retraso del comienzo del curso” lo que les llevó a presagiar “más bajas y protestas” por parte del alumnado y las familias. “Pero todo lo contrario, estamos con listas de espera y de reserva, con lo cual, creemos que es un éxito”.

Después del colapso del cambio de sedes, desde su creación en el año 2000 han ‘morado’ en el colegio San Fernando, el Parque Cultural Viera y Clavijo y el IES Alcalde Bernabé Rodríguez, la escuela de música capitalina espera lograr la estabilidad deseada para “atender la demanda social de una cultura artística de carácter práctico, procurando una formación teórica y práctica que permita disfrutar de la música sin limitación de edad”. “Después de 11 años de trayectoria y de estar en tres sitios diferentes, tener por fin la sede definitiva y propia, no compartida –insiste el director- nos llena de ilusión a todos, alumnado y profesores”.

Aunque el centro puede “funcionar perfectamente” en las instalaciones actuales y la sintonía con los actuales responsables del Organismo Autónomo de Cultura es “inmejorable”, si les ofrecieran pedir un “regalo de Navidad”, este año les gustaría “tener más partituras, más instrumentos y contar con ordenadores en cada aula”. En todo caso, “no nos podemos quejar, es decir, tal y como estamos podemos trabajar muy bien”, matiza el director del centro de formación.

Proyecto con vida

En la Escuela Municipal de Música de Santa Cruz no tienen “la presión de una enseñanza reglada”, algo que les permite abrirse “a la demanda que hay en ese momento”, explica Miguel Jaubert, quien imparte la especialidad de violonchelo. Si bien más de la mitad de los casi 600 alumnos asisten a Música y movimiento, es decir, son alumnos de 4 a 7 años, los programas instrumentales no tienen límite de edad.

“Está claro que no solo nos dedicamos a la enseñanza sino que también la escuela cumple una función social”, apostilla el director. Por ello, “el que quiera ir al conservatorio puede prepararse en el centro; el que quiera seguir una línea amateur sin acercarse a la música también; el que lo haga por diversión porque quiere participar en el colegio con un instrumento también”.

Miguel Jaubert comenta que entre los proyectos que han planificado, quieren que la escuela funcione como embudo de la formación artística para implicar a otros centros de la zona como el conservatorio o la escuela de actores, y hacer actividades conjuntas. Asimismo, este año apuestan por instaurar “un día musical en el auditorio” de la sede para aportar vida al barrio de Tío Pino, a través de actividades conjuntas.