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Del adosado al gran edificio

   

En la costa, y aprovechando las laderas, se han costruido enormes edificios que contrastan con la parte superior, en donde se mantiene la construcción baja. / MOISÉS PÉREZ

NORBERTO CHIJEB | El Rosario

Se diría que Radazul es el comienzo del Sur para los capitalinos y o el inicio del área metropolitana para los sureños. Esta urbanización, que nació en la década de los setenta, se divide en Radazul Alto y Radazul Bajo y el límite lo pone la autopista TF-1 que la atraviesa.

Este barrio costero de El Rosario, que nació poco después de su vecino Tabaiba, está construido en las laderas de una montaña y junto a una carretera desde Machado hasta la costa, constituyendo el cordón de una urbanización que se distingue por sus chalets adosados y bellos jardines en la zona alta y media, y los grandes edificios de apartamentos que han convertido a Radazul en una gran ciudad dormitorio para sus casi cinco mil habitantes. Una ciudad dormitorio que a través del tiempo ha ido ganando en vida social, sobre todo en torno al puerto deportivo, con sus terrazas llenas de restaurantes y a su lado el Club de Mar Radazul, ya con treinta años de historia. También destaca la actividad en el centro comercial y a la implicación del Ayuntamiento con las últimas iniciativas como la Casa de la Juventud, entre Radazul Alto y Machado. Pero sin embargo, el gran crecimiento social de Radazul se ha producido con la terminación del que se denomina parque marítimo, con el paseo y las pequeñas calas al sur del muelle deportivo y al norte, frente a Costa Caricia, la impresionante playa de La Nea con su arena negra bañada por los alisios.

Las playas han sido la atracción para que Radazul sea hoy una parada casi obligada para muchos bañistas, pero también se ha convertido en un quebradero de cabeza para los vecinos, que han visto dañada su tranquilidad, sobre todo los fines de semana y en época estival.

La falta de aparcamientos en la zona ha sido una de las mayores demandas de los vecinos y visitantes, así como un más amplio servicio de guaguas -la última sale a las diez de la noche-.

También hay quejas por el servicio de recogida de basuras y por el emisario submarino de las playas que están situadas enfrente de Tabaiba.

Olivina y Melgar

Si alguien sabe de la historia urbanística de Radazul esa es Olivina Hernández (Santa Cruz de Tenerife, 1929) la primera encargada en vender terrenos en la zona, cuando Radazul no era nada antes de la construcción de la TF-1 en 1973. Afirma que solo llegó a cuarto de Bachillerato “porque me casé casi siendo una niña” y se dedicó a ser comercial porque apreciaron en ella “capacidad para convencer a la gente”.

Recuerda Olivina que “la carretera actual no existía y el alcalde venía en ocasiones por aquí. Recuerdo que iba a la oficina y me hablaba de lo importante que era para el municipio reorganizar Radazul y urbanizar esta zona, que estaba abandonada”.

Le cuesta hacer el cambio peseta-euro, pero recuerda que los primeros terrenos que se vendieron “fueron a una gente de Valencia” y los chalés grandes costaban en torno a unos veinte millones de pesetas y doce, los pequeños.

La playa de La Nea se convierte en un hervidero de gente en verano. / DA

Club de Mar Radazul

Olivina Hernández, junto a la sevillana Carmen Melgar, lleva treinta años en Radazul, y hoy es secretaria de la Asociación de Vecinos, ha sido una de las personas que más ha contribuido al crecimiento y la expansión del entorno costero de El Rosario, siendo reconocido su implicación por el propio alcalde, Macario Benítez.

En el Club de Mar Radazul, fundado en 1980, también tuvo la influencia de Olivina, quien con su ingenio consiguió varios accionistas para levantar la institución, pues cuando vendía un chalet también vendía una acción del que hoy es uno de los orgullos de la zona, con más de seiscientos socios y una gran escuela de vela.

Puerto deportivo

Su orientación hacia el sur, en la que predominan las brisas norteñas, le convierten en un buen refugio para cuantos recalen en Tenerife. Abarca una superficie aproximada de dos hectáreas.

Dispone de una longitud de atraque en muelle de 360 metros lineales y una línea de atraque en pantalanes de 700 metros, aparte de 100 atraques en seco (mediante estanterías y elevadores) y una marina con mucha vida social.