LUIS F. FEBLES | PUERTO DE LA CRUZ
Quién no ha soñado alguna vez con recorrer el mundo, con poder palpar con las manos y percibir con los sentidos toda la belleza de las lejanas tierras asiáticas o americanas, que los documentales de viajes traen a la estéril caja tonta. Quién no ha pensado alguna vez tocar el cielo desde el altiplano boliviano, alzar la vista en la eterna muralla china, o navegar por el gélido ártico.
Emulando al revolucionario argentino Ernesto Guevara en sus Diario de Motocicleta, el portuense, Jesús Javier Montelongo, hace realidad el sueño de recorrer los cinco continentes con la compañía de su inseparable poderosa, la bicicleta que tantos kilómetros ha recorrido junto al particular viajero. Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Nueva Zelanda, Australia, Tonga, Malasia, China, entre otros muchos lugares, son algunos de los cientos de destinos que este portuense de 33 años ha recorrido a lomos de su bicicleta. Desde niño siempre sintió una precoz admiración por la fotografía, los viajes, la sensación de entrar en contacto con otras culturas, y diferentes costumbres, y sobre todo, conocer las múltiples realidades de la “madre tierra”.
El proyecto empezó a gestarse en noviembre del año 2008, arribando en tierras ecuatorianas. “Se dieron las circunstancias oportunas, y mis miedos se vieron desnudos, comenzando mi periplo sin más compañía que mi mochila. Me movía en bus o haciendo autostop. Pero cada vez más, sentía que pasaba muy rápido por los sitios”. Sería en esos momentos cuando la conoció a ella, a poderosa, su bicicleta.
El viaje junto a Poderosa
Sin un destino claro, en ese año 2008, tomaría rumbo al sur, bajando por el río Napo hasta el Amazonas peruano para posteriormente atravesar la Cordillera de Huaraz, y llegar a las puertas de Argentina.Una vez en tierras patagónicas, y con rumbo sur, emprendería el largo camino hacia Chile cruzando la carretera austral hasta la mítica Isla de Tierra del Fuego. Finalmente, un avión lo transportaría hasta Nueva Zelanda y Australia, para seguir por el sur de Asia. La última noticia que se tiene del paradero del aventurero portuense lo sitúa en las exóticas tierras de Irán.
El romanticismo y la libertad propia de quien viaja sin un destino concreto, choca con el gran problema del dinero. Montelongo explica que el secreto no es cuánto dinero tienes, sino cuanto gastas. “Ahorre algo de dinero antes de partir, pero nunca es suficiente. Tras dejar mi trabajo, me fui a la península, donde practiqué distintos oficios para sostenerme y ahorrar; principalmente haciendo temporadas en las Baleares e Inglaterra. Viajo en bicicleta por lo que no gasto en transporte; duermo en la calle y acampo donde puedo”, indica el viajero.
En sus viajes por carretera siempre tiene un momento para el descanso. Se le puede ver bebiendo mate sentado en los bordes de cualquier vía secundaria o tendiendo su caseta de campaña para pasar la noche en medio del campo. El frío, el hambre en ocasiones, o el sofocante calor en la dura época estival, no son handicap para que Jesús Montelongo prosiga su viaje y sueño de finalizar en el próximo verano su particular vuelta al mundo. / J. M.
Vive aproximadamente con un promedio de 3 euros al día, aunque intercala los ahorros con diferentes trabajos por las ciudades que visita. “Aprendí a hacer artesanías en una comunidad en el Titica (Bolivia). En ocasiones uso las artesanías como moneda de cambio, a forma de trueque. También como suplemento durante el viaje trabajé de jornalero en Nueva Zelanda, y de cocinero en Australia. Por ejemplo, en Malasia, ayudaba a otro soñador en la construcción de un barco tradicional Malai a cambio de alojamiento y comida”, evoca Montelongo.
Pese a que viaja sólo, en más de una ocasión ha encontrado a otros soñadores que proyectan su libertad conociendo nuevas tierras y enriquecedoras culturas. Este vagamundos, como se reconoce en su blog http://trustinadream.blogspot.com, recuerda como en Camboya unos campesinos lo rescatan de una tormenta. “La amabilidad de las gentes del lugar no tiene fronteras. En una ocasión, unos lugareños me rescataron de un fuerte temporal dándome cobijo en sus pequeñas casas de bambú. Tras tomar varios chupitos de aguardiente de arroz, nos invitan a cenar: sticky rice, unas deliciosas hiervas hervidas y un frito de escarabajos gigantes”, rememora Montelongo.
Riqueza frente a desigualdad
Esta particular experiencia ha llenado de satisfacción y conocimiento a Jesús Montelongo, que tilda a su periplo de “vivencia de incalculable valor”, aunque es testigo de primera mano de las desigualdades y la pobreza de un mundo muy desagradecido con los que menos tienen. “La ostentación y el egoísmo humano nos hace ser insensible con nuestros iguales”, subraya el aventurero.
El particular soñador se ha sorprendido de la cantidad de personas que le preguntan cómo se costea los viajes y si cuenta con el patrocinio de alguna empresa o entidad pública. Por ello, busca sponsors para hacer de su viaje, a parte de sueño personal, un reclamo para el turismo en las Islas y sus negocios.
El ejemplo de este tinerfeño personifica la lucha por un sueño y el amor y respeto por las diferentes culturas que pueblan una tierra, que como califica Montelongo, está cada vez más en “peligro de extinción”. En el próximo verano, se espera que regrese a Tenerife junto a su familia y pueda descansar de su enriquecedor periplo por el mundo y degustar uno de sus platos favoritos, el canario escaldón de gofio. Los seres humanos, por muchas distinciones y clasificaciones que queramos hacer, somos eso, simplemente humanos.
[apunte]En el extenso y enriquecedor viaje de Jesús Montelongo por el mundo, las anécdotas y las situaciones curiosas han poblado su anecdotario particular. El aventurero recuerda el gélido clima invernal argentino. “En Argentina nos agarró el invierno con temperaturas de -15 grados, atravesando por el paso fronterizo que separa el lago O´Higgins en Chile, de El Chalten en Argentina. El transporte en el lago estaba suspendido a causa del invierno y el fin de la temporada. No quedó otra que cruzar campo a través, tardando dos días para cubrir una distancia de 14 kilómetros. Una vez al otro lado, la amiga con la que viajaba tuvo que ser atendida ya que debido al frío, presentaba principios de gangrena en algunos de los dedos de los pies; fue una situación complicada”, apostilla.[/apunte]