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bienmesabe> por Miguel L. Tejera Jordán

IU>Miguel L. Tejera Jordán

   

En España hay dos IU: Izquierda Unida e Iñaki Urdargarín. La primera está eufórica por sus resultados electorales, que habrían sido mayores con distinta ley electoral. El segundo está cabizbajo y meditabundo, calladito como un muerto, ante la que le puede caer encima, si mamá Justicia decide meterle mano y sentarle en el banquillo, como a cualquier hijo de vecino.

De momento, mutis por el foro del aludido, pero todavía no imputado (a no ser que haya sorpresas cuando estas líneas estén en rotativa). Y mutis por el foro, asimismo, de la real casa, es decir, la casa real de IU y de su señora esposa, quienes, por ahora, prefieren poner agua de por medio, a resguardo en la otra orilla del Atlántico. Fiel a mi costumbre de no arrojar leña al fuego, ni de perder de vista el principio de la presunción de inocencia -que le guste a quien le guste está ahí para todos, como garantía que impida linchamientos- me seguiré manteniendo del lado de quienes prefieren aguardar al final del trámite, es decir, hasta la sentencia firme, antes de absolver o condenar, de antemano, al duque de Palma. Por ahora, lo que sí me resulta mosqueante, no es que no le hayan condenado, que es demasiado pronto para eso. Lo que me mosquea es que ni siquiera le hayan imputado, figura, la del imputado, que como poca gente sabe, no prejuzga nada, salvo que la Justicia te ha señalado con el dedo para destriparte a fondo. Y sacar las conclusiones que procedan al amparo de las leyes vigentes…

Como todavía no hay imputado, ni caso abierto, uno no puede aventurarse con el contenido de ningún sumario, pero a juzgar por las informaciones que desgranan medios de comunicación diversos (tan dispares como El Mundo o El País), pareciera, o pareciese, que la Fiscalía está tardando más de la cuenta en pedir la imputación, tal vez con el propósito de permitir que el Duque se coma el turrón en casa, o que, su soberano suegro, no tenga que hacer demasiadas fintas para enhebrar su tradicional discurso navideño, sobre el que una inmensa mayoría reconoce que estará atenta este año, tal vez como nunca, para ver si la testa coronada pasa de largo sobre el asunto -lo más probable- o nos anima a todos los españoles -una vez más- a arrimar el hombro, lo que resultaría harto irónico; porque ya sería jeta pedir esfuerzos a súbditos que andamos con la mosca tras la oreja y con los bolsillos exprimidos como limones.

Justicia aparte, el tema, de tener visos de ser cierto, lo que viene a demostrar es que, en este país, el que no corre, vuela. Vuela por babor y por estribor, que es tanto como decir, en términos náuticos (tan del gusto del papá político), por izquierda y por derecha. A lo que añado, de mi cosecha, que, aquí, el que no corre, vuela, por la derecha, por la izquierda, por arriba o por abajo, pero vuela, con los milloncejos de por medio, camino del escondrijo de turno, el que mejor garantice el buen yantar y el vestir y calzar, sobre todo si lo que se calza es el porsche, metalizado, que se estaciona en el porche de la mansión, junto al césped del jardín y al otro lado de la piscina climatizada.
Porque en este país suyo y mío, querido lector, llevamos una larga temporada viendo desfilar, por los titulares de los medios impresos, apellidos de concejales, alcaldes, consejeros, presidentes autonómicos (con o sin trajes), jueces, ministros y, ahora, parece que también duques, con una cosa en común: que van todos, aunque no necesariamente juntos, sino separados, o sea, revueltos, a hacerse la manicura, para tener unas manos bien arregladitas. Y afiladas…

El suegro lo tiene feo. El cuñado, chungo…