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DAVID SANZ | Santa Cruz de La Palma
Sobre la mesa del salón descansan varias biografías de políticos españoles, como las de Suárez o Azaña; en la televisión, sin sonido, transcurre un partido de baloncesto, y, sobre las estanterías, entre libros y fotos familiares, descansa la figura de un nazareno. Este caleidoscopio de gustos o pasiones resume, en cierta medida, el universo de Juan José Rodríguez (Santa Cruz de La Palma, 1967), que acaba de conseguir el prestigioso Premio de Investigación José Pérez Vidal, que convoca el Cabildo de La Palma, con el trabajo Pedro Pérez Díaz y los cabildos insulares. Una obra con la que obtuvo el doctorado en Derecho y que ha servido para recuperar la memoria de uno de los políticos palmeros de mayor relevancia en la historia contemporánea y su papel fundamental en la trascendental Ley de Cabildos que cumplirá en breve su primer centenario.
-¿Qué le llamó la atención de un personaje que, en cierta medida, fue eclipsado por su hermano Alonso Pérez Díaz?
“Hace bastante tiempo, desde que estaba en el instituto, tenía cierta inquietud por la política. Y descubrí a Pedro Pérez Díaz, cuando cayó en mis manos, a principios de los ochenta, el libro de Millares Cantero sobre El problema canaria. Hasta el momento era el único autor que hablaba de Pedro Pérez Díaz. Después descubrí que otra persona que citó mucho a Pedro Pérez Díaz fue Joaquín Valle Benítez, que hizo una tesis doctoral que se titulaba Los cabildos insulares de Canarias. De hecho, el autor fue secretario del Cabildo de La Palma. A eso hay que añadirle que prefiero los segundos, yo soy el segundo en mi familia, nunca me gusta lo mismo que a todo el mundo, en vez del Madrid y del Barcelona, soy del Español y en baloncesto del Juventud. Después entré en el Cabildo como funcionario, por lo que el personaje se hizo todavía más interesante para mí”.
-Su trabajo demuestra que Pérez Díaz fue el gran promotor de la Ley de Cabildos, cuando siempre se había visto como algo coral, incluso en los últimos años se han reivindicado autores como Manuel Velázquez.
“Me parecía injusto porque la aportación de éste no era ni cualitativa ni cuantitativamente comparable a la de Pedro Pérez Díaz. Entonces me planteo conocer toda su aportación a la Ley, que era mucho más de la que yo sabía, y ponerla en comparación con los que supuestamente también influyeron. Siempre se ha dicho que el padre de la Ley de Cabildos es múltiple. Pero ninguno de ellos era comparable a Pedro Pérez Díaz. Él tiene además un plus en esta tarea, porque no solo propuso la ley, sino que expuso cómo se debía regular de forma exhaustiva. Muchos hemos definido El Problema Canario como un anteproyecto de la Ley de Cabildos”.
-¿Cuál fue la gran aportación de esta ley?
“Para La Palma fue muy importante. Se crearon muchos organismos y se le reconoció el derecho a elegir dos diputados. La principal aportación de la Ley es el reconocimiento de la autonomía insular. Es la primera vez que se reconoce que el Archipiélago es otra cosa”.
-En su trabajo, pese a tener un carácter marcado por la investigación del derecho y su historia, ¿se detiene a analizar al personaje?
“En la tesis era al comienzo un objetivo secundario, pero después se convirtió en prioritario. Al final hasta te llegas a enamorar del personaje. Yo lo he definido aquí asimilándolo a una figura desaparecida, como era el Diputado a Cortes, que defendía los intereses de Canarias. Él no llegó a ser diputado pese a que lo intentó un montón de veces”.
-¿Sería posible traducir a día de hoy su militancia política?
“Él fue regionalista, nacionalista no. Pensaba que la unidad del Estado era importante. Creo que puede ser reivindicado por todos los partidos. Es un autonomista, y de ahí podría sacar muchas cosas Coalición Canaria; está muy cerca del centro-izquierda, del PSOE por tanto y, como autonomista centrista, está el Partido Popular. Es una figura que la podrían defender todos y todos sacar muchísimas cosas interesantes de él”.
-¿Qué ocurría entonces, que salían políticos de esa talla?
“En aquella época, La Palma tenía una consideración importante. Era una isla mayor. Se elegían diputados por Tenerife, Gran Canaria y La Palma. Entonces coincidieron grandes políticos de esa estirpe. Había además una proliferación de cabeceras de periódicos. Son los herederos del llamado por Juan Régulo Siglo de Oro. Había un caldo de cultivo para que se dieran estas cosas”.
-El debate que se ha generado sobre la reducción de la administración pública, donde se ha señalado los municipios, ¿podría también afectar a los cabildos?
“Canarias no es precisamente la autonomía que tenga un inframunicipalismo exagerado. Con todo, creo que sí pueden haber menos municipios. El Cabildo no. Es la institución que se adapta a la realidad de las islas. El organismo de gestión de cada isla debe ser insular. Luego está el regional y la cuestión es cómo deber ser a este escala. La Comunidad Autónoma debería ser más pequeña con más participación de los cabidos. Ahí podría haber una rebaja importante administrativa de Canarias”.