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el trulenque>el reventón

Las burbujas>Eva Castillo

   

El término “burbuja inmobiliaria” ha pasado a formar parte de nuestro vocabulario común. Pero de un tiempo a esta parte a la ya estallada burbuja de la construcción, venta y compra de viviendas le ha surgido una prima hermana que aún conserva sus estructura redonda, débil y ligera: la del fútbol. En el programa Salvados que el domingo emitió La Sexta, Jordi Évole, con su habitual desparpajo, asombró a la audiencia a golpe de “los equipos de fútbol deben 700 euros a Hacienda” por aquí y “hay clubes de primera que tienen una deuda superior a los 500.000 millones de euros”. Y los economistas, presidentes de equipos y abogados que se atrevían a largar semejantes cifras y que reconocían que las deudas hay que pagarlas, ni se atrevían a imaginar qué pasará cuándo la burbuja estalle, porque ya sabemos que a esta sociedad nuestra el deporte rey no se le puede tocar. Incluso el presidente del Español llegaba a decir ante un sorprendido Évole que el fútbol evitaba las guerras. Atribuirle a este deporte la capacidad de detener conflictos es, sin duda, exagerado y, de hecho, algún caso hay en la historia que contradice esta osada teoría del presidente del Español, como la llamada por el periodista polaco Ryszard Kapuscinski “guerra del fútbol”, que enfrentó a Honduras y El Salvador, durante 100 horas, tras el partido que disputaron las selecciones nacionales de ambos países con motivo de las eliminatorias de la Copa del Mundo de 1970. A esta segunda burbuja yo añadiría una más que, por desgracia, presenta serias dificultades para estallar y, por tanto, tomar medidas que minimicen los resultados de su existencia en la ciudadanía: la política. Porque si las viviendas y algunos futbolistas han estado sobrevalorados, ¿qué me dicen de los políticos? Se supone que sus sueldos son justos porque trabajan de sol a sol (¿no lo hacen también y en peores condiciones muchos otros profesionales con jornadas interminables?) y porque tienen muchísimas responsabilidad (¿no la tiene también un cirujano, un policía, un camionero?) Cualquier trabajador, si no cumple con su cometido o su gestión es defectuosa, acaba con los huesos en la cola del paro. Los políticos no, pese a que no vieron a crisis y no han aplicado (ni la oposición ha propuesto) medidas que ayuden a la mayoría de la población a salir de un atolladero que han provocado otros (como los bancos, las inmobiliarias…), siguen ahí y, además, a los que trabajan en el Congreso les han regalado un par de juguetitos de última generación de la marca de la manzana. A partir de ahora saldré con un paquete de alfileres a la calle, a ver si me encuentro la burbuja de frente.