Derivados de los Ranchos de Ánimas, que aún perviven en Gran Canaria (Teror, Valsequillo y La Aldea) y Fuerteventura (Tiscamanita y Tetir), los Ranchos de Pascua de Lanzarote están enmarcados dentro del rico complejo ritual del ciclo de Navidad. Todos ellos encuentran paralelismos evidentes con diferentes cofradías de ánimas peninsulares, así como con los Auroros murcianos.
El de Teguise es el de más antigüedad y arraigo en la isla de Lanzarote, aunque también podemos encontrar ranchos similares en otros muchos pueblos como Tías, Mácher, Haría, Tinajo, San Bartolomé y Yaiza. En el historiador Álvarez Rixo encontramos una de las primeras referencias escritas a los Ranchos en el siglo XVIII, dándonos pistas de su carácter navideño, así como la existencia de formaciones de similares características en el Puerto de la Cruz (Tenerife).
El Rancho de Pascua tiene su momento protagonista durante la Nochebuena. En la Misa del Gallo cantan y danzan en honor del Dios-Niño en las distintas partes en que se divide su intervención: El Corrido, El Salto, Las Desechas y La Pascua. El Salto es la única pieza de carácter instrumental y da ocasión de presenciar al único ejemplo de danza que se da en los Ranchos de Canarias.
Los datos escritos de los que se disponen (en concreto, unos cuadernos fechados en 1897) hacen referencia a la figura de don Juan Crisóstomo García como uno de los principales mentores de este Rancho. Don Juan Crisóstomo estuvo al frente del Rancho de Navidad de Teguise durante muchos años, hasta su fallecimiento en el 1933.
Los instrumentos utilizados habitualmente vienen a ser: seis o siete panderetas, cuatro espadas, dos triángulos, seis sonajas, dos castañuelas, un timple, dos o más guitarras y un requinto.
Sin duda, una joya de nuestro folklore que no debemos dejar que se diluya en la desmemoria.