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Para después de Reyes > Jorge Bethencourt

   

Un país al que le llega la lengua a la altura de los calcetines, con una economía desfondada como una pandorga, va a cogerse una semana con más días festivos que trolas en una campaña electoral. La semana que viene no es de puente, es de acueducto de Segovia. Y eso, cuando nos pasamos la vida hablando de la falta de competencia, de la caída de la productividad y de otras hierbas en vinagre, no deja de tener su gracia.

España ha sufrido un vertiginoso descenso, tipo slalom, en todos los indicadores que muestran señales de alarma para una economía: baja productividad de las empresas, deficiencias del sistema educativo, pésima imagen de la actividad empresarial, escasa cultura innovadora e instituciones públicas desastrosas.

Los factores de producción tradicionales son capital y trabajo. Pero un chaval llamado Solow descubrió que había países donde el aumento de la producción -en un periodo de tiempo determinado- tenía un resultado mayor que la suma de los aumentos de capital y de fuerza de trabajo. Y así determinó que casi cuatro quintas partes del crecimiento de los Estados Unidos a mediados del siglo XX era debido al “progreso tecnológico”. Bueno, la cosa debía ser algo más compleja, porque le dieron el Premio Nobel.

En cuestiones de investigación y desarrollo seguimos a la cola de Europa. Las empresas no ponen un duro porque esperan que lo haga papá Estado. Y papá se gasta todo el dinero en los sindicatos, las patronales, las subvenciones al cine de autor, al plátano, al carbón, al transporte de interés público, al aprendizaje de la balalaika en el Kurdistán. Curiosamente tenemos más titulados universitarios que la media de la Unión Europea (trabajando de recogepelotas, eso sí) pero estamos hundidos a la cola en formación profesional, en los técnicos que son imprescindibles para el desarrollo tecnológico. Sin embargo patronos y sindicatos sólo se pelean royendo el hueso de los salarios y el costo del despido.

Mariano Rajoy va a mustiarse aún más de lo que ya está, el pobre hombre, que parece un figurante del entierro del Conde de Orgaz. Y oyendo hablar a los líderes sindicales de que hay que “explorar” el actual marco laboral, a uno se le cae el salacot. El futuro presidente les ha pedido un acuerdo con la patronal para después del 6 de enero. Ah, sí: viernes y también festivo. Rajoy, que es monárquico, aún cree en los Reyes Magos, pero España se está quedando sin monarquía; aquí de los reyes solo tenemos los camellos.

Twitter@JLBethencourt