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Sexo Tántrico

   

Grabado que representa la relación amorosa entre dos esposos. | DA

REBECA DÍAZ-BERNARDO | Santa Cruz de Tenerife

Mi amiga Menchu me contó que un psicólogo conocido suyo dice que estamos todos tan estresados y apurados en el día a día que ya no nos damos tiempo ni siquiera para el placer y que recomienda que empecemos a aprender de los orientales y las prácticas sexuales milenarias que en nuestra cultura hemos considerado tabú a lo largo de los siglos, porque parece ser que según las estadísticas alrededor de un 85% de la población de Occidente padece trastornos relacionados con la sexualidad. Puesta en materia Menchu pidió más y gracias a ella descubrimos el Sexo Tántrico.

La primera persona que se refirió en público al sexo tántrico fue el cantante Sting, quien hace algunos años alucinó a propios y a extraños afirmando que él lo practica y que es capaz de mantener una sesión de unas ocho horas disfrutando del placer erótico y sensual del encuentro amoroso sin llegar a eyacular, y te recuerdo que este pibe tiene sesenta años recién cumplidos y pelo en la cabeza y una pinta excelente de muchacho sano y feliz que ya quisieran tener muchos de cuarenta, y es que resulta que el chico hace yoga, es fanático de la comida macrobiótica y practica un sexo espiritual y delicioso que rinde culto al placer y al disfrute muy por encima de perseguir un final feliz con trompetas y clarines. Porque el sexo tántrico es, en pocas palabras, eso mismo, el uso y goce de tu cuerpo y del de tu amante hasta que cante el gallo, porque visto lo visto (en Youtube) y leído lo leído podría garantizar que no se duerme nadie y que al contrario, querrás que la noche o las ocho horas duren para siempre.

Hay mucha técnica, puntos clave, posturas y parafernalia, no en vano estamos hablando de un ritual tan antiguo como andar a pie que se ha ido perfeccionando con el paso de los siglos, pero básicamente el truco está en la respiración, así que de entrada olvídense de los jadeos de macho en celo o los grititos de muñeca hinchable porque aquí no valen. Aquí lo que hay que hacer es respirar de manera larga y continuada, profundamente, y cuando tú sueltas aire entonces tu pareja lo respira y viceversa, y así sucesivamente, escuchando tu propio cuerpo y su reacción, y una vez conseguido un buen ritmo ir acariciándose y besándose y degustándose el uno al otro con lentitud y alevosía dejando de lado y muy para el final las zonas genitales, la penetración y el clímax, porque de lo que se trata es de disfrutar del viaje sin preocuparse del destino.

Obviamente esta práctica requiere tiempo, concentración y ahínco, porque si te pones a pensar en lo que tienes que hacer mañana, pierdes el hilo y cortas el ritmo, por ello los expertos y gurús recomiendan no tener el estómago demasiado lleno ni haber bebido alcohol, y en cambio crear un entorno Zen, con música suave y relajante, velas aromáticas, aceites para masajear y una temperatura ambiental cálida que evite que se te ericen las cejas de frío mientras tu amante se regodea con los dedos de tus pies, por poner un ejemplo, y en vista de que no parece requerir una excelente forma física para ejecutar saltos de trampolín desde el armario puede convertirse en una alternativa maravillosa al aquí te pillo, aquí te mato de los días entre semana del común de los mortales, pero sobre todo me da por pensar en los años por venir, porque nadie es veinteañero de por vida y las hormonas poco a poco van disminuyendo su potencia con el tiempo y las preocupaciones, hay parejas que se pasan semanas sin contacto sexual de ningún tipo por las prisas o el cansancio, por lo que una sesión de mimos de diez minutos, veinte, una hora o las ocho horas que dice Sting, seguidas de lo que surja, no tienen ninguna pinta de perjudicar y al revés, probablemente nadie se negará a ello por mucho que duela la cabeza o pongan fútbol en la tele.