EFE | BerlÃn
Los problemas actuales de Grecia y Portugal tienen su origen en que los dos paÃses desperdiciaron las ventajas que les ofreció la introducción del euro, según un análisis del Instituto de Estudios Económicos (IW) de Colonia difundido hoy.
El estudio destaca que España hizo un poco mejor las cosas lo que le permite, a diferencia de los otros paÃses, salir de la crisis de la deuda por sus propios medios.
Asimismo recuerda que, desde el anuncio de la introducción del euro en 1995, muchos paÃses se vieron beneficiados por una rebaja en los intereses que tenÃan que pagar por sus tÃtulos de deuda soberana.
Si a mediados de los años 90 Grecia tenÃa que pagar un 11 por ciento del PIB en intereses, en 2005 el servicio de la deuda sólo le costaba el 4,7 por ciento del PIB, subraya el IW.
En 1995 los intereses de los bonos griegos a largo plazo eran un 10 por ciento más caros que los alemanes. Con Portugal y España habÃa diferencias del 4 o 5 por ciento.
En 2001, en cambio, las diferencias de los tres paÃses con Alemania eran de menos de un punto, señala el análisis del instituto de colonia, al oeste de Alemania.
Los griegos y los portugueses, según el estudio, no usaron ese margen para hacer inversiones que fomentaran el crecimiento a largo plazo sino para aumentar el gasto social que en Grecia pasó del 19 por ciento del PIB en 1995 al 25 por ciento del PIB en 2007, mientras en Portugal se dio una evolución similar.
AsÃmismo, las inversiones estatales en Portugal y Grecia crecieron poco a partir de mediados de los noventa o incluso bajaron. Los dos paÃses invirtieron menos del 4 por ciento del PIB para mejorar la infraestructura de transportes o modernizar las instituciones educativas, señala el IW.
España, según el estudio, hizo las cosas mejor y, aunque no impulsó mucho las inversiones, tampoco dejó que se disparara el gasto social y hasta 2001 incluso lo redujo ligeramente lo que, agregado al ahorro en el sector público, permitió rebajar el gasto público del 44,5 por ciento del PIB en 1995 al 38,4 por ciento en 2006.
Aunque la crisis económica y financiera hizo posteriormente que el gasto público volviera a crecer, los años de disciplina le dan a España, según el análisis del IW, una base sólida que le permite enfrentar la crisis de la deuda.