
FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife
Un ingrato suceso que no olvidarán. Bernardo García, su mujer (Inés Arocena) y su hija (Nayra) eran los tres tinerfeños que viajaban a bordo del Costa Concordia, el crucero que encalló frente a la isla de Giglio, en el mar Tirreno, tal y como adelantó en exclusiva el pasado domingo DIARIO DE AVISOS. Ya más animado y repuesto del enorme susto que tuvo que pasar, Bernardo comentó ayer a este periódico que gracias a la experiencia que han adquirido en otros viajes similares (él y su esposa han estado en cinco cruceros) supieron actuar en todo momento. Y eso a pesar de que hasta el instante del accidente, en la noche del pasado viernes, aún no se había llevado a cabo en el buque ningún simulacro de emergencia, como es preceptivo en este tipo de embarcaciones. “Llevábamos cuatro días y todavía no tenían organizado nada de esto”, apunta.
El superviviente tinerfeño, quien regresó a Canarias el domingo por la tarde procedente desde Roma con escala previa en Madrid, relata que en el momento del impacto y del posterior apagón de las luces ya sabía lo que tenía qué hacer y el lugar al que dirigirse; de hecho, fueron de los primeros en la evacuación del crucero en las barcas rumbo a la isla de Giglio. Bernardo remarca que cuando ocurrió todo salió “disparado” con su familia desde la planta 8 (donde tenían ubicado el camarote) hasta cubierta, con chaquetas, pijamas y zapatillas como únicas indumentarias.
En el exterior del crucero permanecieron algo más de una hora en la que “sólo” le comentaban desde la tripulación que se trataba de un problema con el generador eléctrico. Transcurrido ese espacio de tiempo, con la lógica incertidumbre del pasaje, empezó a sonar la bocina y pudieron entonces abandonar el barco. En este punto, Bernardo no tiene reparos en calificar de “auténtico desastre” la organización de la evacuación, como demuestran las dantescas escenas que se han podido ver.
Solidaridad

Una vez en tierra, este tinerfeño de 36 años, que regenta con su familia un conocido bar de Tajao (Arico), llamado Rocás, llevó a su mujer y a su hija al hotel, y una vez dormida la pequeña, de tan solo tres años, regresó para ayudar a la gente, que seguía arribando a la costa. “Nosotros salimos bien parados en comparación con otras personas”, reconoce.
Bernardo no duda en resaltar que si la ubicación del Costa Concordia hubiera sido otra, se estaría hablando de una tragedia con cifras espeluznantes. “Si el barco llega a estar más lejos de la costa, allí mueren 2.000 ó 3.000 personas”, sostiene, mientras confiesa que se está enterando de muchas cosas por la prensa que le “indignan”; en concreto, de los argumentos dados por el comandante del barco, Francesco Schettino, y de sus negligencias (la propia compañía naviera así lo considera, al achacarle que lo acaecido fue por un error suyo: al parecer, y según confirman diversos medios italianos, quiso hacer un “regalo” al jefe de comedor pasando cerca de su isla). “Si los valores de un capitán son esos, ese hombre no tiene perdón de Dios”, apostilla, taxativo. Y es que Bernardo no es, precisamente, una persona ajena al mundo de la mar: su familia está vinculada a la pesca y sabe muy bien de lo que habla.
Este canario afectado por el accidente del Costa Concordia (quitando a la familia tinerfeña, al menos había otros cuatro isleños más: un matrimonio de Lanzarote y su hijo, y una persona residente en Las Palmas) afirma que estaba preocupado por el paradero de un amigo gallego, de nombre Carlos, pero vio unas imágenes en las que aparecía, y “ya está más tranquilo”. Bernardo quiere olvidar cuanto antes lo que ha sucedido y retomar su vida normal. Estos días se halla entre papeleo y papeleo para restituir la documentación que perdió en el naufragio, y ha tenido a su madre, Mari García, de portavoz de la familia, ante el interés que ha suscitado en Tenerife su historia.
Bernardo prefiere ir olvidando este capítulo, aunque la indignación por cómo ocurrió todo sigue ahí. Admite que ha dejado su correo electrónico a algunos pasajeros que se han estado organizando para denunciar de manera conjunta a la naviera, si bien por lo pronto este asunto no se encuentra entre sus mayores preocupaciones. No obstante, matiza que también ha habido gente que se ha portado muy bien con ellos, como Viajes El Corte Inglés, a quien agradece el trato dispensando a su familia.
Sexta víctima mortal
Por otra parte, y siguiendo con este luctuoso suceso, los equipos de rescate encontraron ayer el cadáver de una sexta víctima del naufragio. Según informa Efe, sigue la búsqueda de los desaparecidos, que hasta ahora eran 15 personas (9 pasajeros y seis miembros de la tripulación). El cuerpo encontrado es de un hombre, que estaba en el segundo puente, en una parte que no estaba inundada por el agua.
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Temor a un desastre medioambiental en la zona
El Gobierno italiano, que preside Mario Monti, decretará el estado de emergencia en la zona en la que naufragó en el Costa Concordia, que transportaba a 4.229 personas, ante las posibles fugas de combustible y otros materiales contaminantes. Así lo anunció el ministro italiano de Medio Ambiente, Corrado Clini. “El próximo Consejo de Ministros decretará el estado de emergencia (…) La declaración del estado de emergencia implica que todas las operaciones que afectan a este accidente son operaciones de interés nacional, en las que tienen que participar las instituciones. Existe un riesgo importante, vinculado a la cantidad de carburante que hay allí”, explicó.
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