LAS CARAS DE LA OST > YOSEF ITSKOVICH

“La capacidad de escuchar es más importante para un músico que la de reproducir el sonido”

Yosef Itskovich ha logrado hacer coincidir en la Isla su doble faceta como intérprete de música clásica y de jazz. / JAVIER GANIVET

SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife

La orquesta sinfónica es la mejor invención de la historia de la humanidad: reúne a gente de todo el mundo, a personas de diferentes culturas, vivencias e inquietudes, que sin embargo logran el prodigio de unirse en una misma voz para tocar una sinfonía de Chaikovski. Yosef Itskovich (Israel, 1970), trombón solista de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST), ha hecho suyo este razonamiento que un buen día le esgrimió un profesor de música.

Itskovich emprendió su aventura musical -en este caso, con el piano- cuando sólo contaba con seis años, y a los ocho entró en la banda de su localidad. “Formé parte de bandas hasta los 18”, detalla el trombón solista de la OST. “Una de las mejores cosas para mi formación -continúa- fue el ser elegido para integrar la banda nacional, dentro de una selección por todo el país de los chavales que mejor tocaban”.

El instrumentista israelí recuerda que, más que una elección, el trombón fue una “necesidad”. “Cuando entré en la banda de mi ciudad, al director le hacían falta trombones y decidió que yo sería trombonista”. “Por suerte -apunta-, tuve un gran maestro, que además tocaba en la Orquesta Filarmónica de Israel, que me hizo amar este instrumento”.

Tras cumplir el servicio militar, Itskovich se fue a estudiar al Juilliard School de Nueva York, en Estados Unidos, y poco antes de acabar su aprendizaje académico, en 1998, logró un puesto en la OST. “El trombón, sobre todo el bajo, es quizás el instrumento más poderoso de la orquesta -señala el músico israelí-, el que más masa de sonido genera y, junto con la tuba, con la que se combina casi como si fueran un único instrumento, aporta mucha potencia, mucha profundidad al conjunto”.

Yosef Itskovich coincide con otros colegas en que el aprendizaje de un músico no acaba. “Pero más que el talento para hacer música, para reproducir un sonido -expone-, lo fundamental en todo intérprete es su capacidad para escuchar”. “Aprecio a los músicos con los que toco por su habilidad para escuchar, por su sensibilidad para advertir todos los matices que hay en una composición. Al fin y al cabo, el trabajo de un músico no es sino el resultado final de cómo escucha”, razona el intérprete.

Itskovich confiesa que llegar a formar parte de una orquesta sinfónica es algo “maravilloso”, aunque nunca se le pasó por la cabeza que lo haría en las Islas. Pero esto, que es bastante, no es suficiente: “Al poco de llegar a Nueva York me enamoré del jazz. Pasé mucho tiempo escuchando grabaciones o acudiendo a locales, y poco a poco me convencí de que también quería ser un músico de jazz”, recalca.

Y tanto es así, que ahora aúna esas dos inquietudes, en la OST y tocando el piano o el trombón en un café de La Laguna, participando en jam sessions en Promusic o yéndose a tocar un fin de semana a Madrid”. Y es que para Itskovich en un intérprete es esencial mantener la pasión por la música. Y cada uno lo hace a su manera. “Pero además de una pasión -concluye, es un modo de ampliar los horizontes”.