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El ‘coste’ de las líneas de bajo coste

MARÍA FRESNO | Santa Cruz de Tenerife

Las low cost o líneas de bajo coste nacieron en Europa, siguiendo el modelo estadounidense, como alternativa a las aerolíneas tradicionales, ofreciendo vuelos a precios mucho más baratos. Gracias a este método de enganche se han convertido en las estrellas del aire, a costa de reducir sus costes al máximo.

El presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes y Turoperadores (Ceavyt), Rafael Gallego, asegura que estas aerolíneas, además de ser “el timo de la estampita” utilizan auténticas “artimañas para desestructurar las tarifas. Usan el precio del billete como enganche”, explicó Gallego, “porque sigues pagando lo mismo por volar, pero después te cobran por facturar, si usas su sistema de reserva, si pagas con tarjeta de crédito o por reservar el asiento. Son unos tramposos”, apuntó.

Aún así, la reina de las low cost, Ryanair, consiguió el año pasado un 5% más de pasajeros, pasando de los 76 millones de usuarios. “Es todo una cuestión de precios”, dijo Gallego, “y la gente no se da cuenta de que no se trata de volar barato sino de que estás pagando caro por un mal servicio”. En opinión de Gallego, el truco de estas aerolínas está en el ahorro de costes. “Vuelan a puntos directos, con lo cual eliminan el coste de tener base; además utilizan un solo modelo de avión, con lo cual se ahorran tripulación; eliminan los servicios de cocinas y de roperos y han metido más asientos. Por ejemplo, en un 737 de Ryanair hay 200 plazas, mientras que Air Europa lleva 186”.

A todo esto hay que añadir que los aviones están obligados a llevar un número mínimo de azafatas aunque las aerolíneas siempre optan por llevar más. En el caso concreto de las low cost llevan el mínimo. “Además son éstas las que se encargan de la limpieza del avión”, indicó.

Este tipo de aerolíneas no suelen tener retrasos y el motivo, según Gallego, es que, además de ir justas de combustible, con lo cual tiene preferencia a la hora de aterrizar, “hacen escalas de menos de 50 minutos porque este es el tiempo que tiene el avión para disfrutar de su propio motor. Pasados los 50 minutos hay que conectarse al sistema de alimentación del aeropuerto”.

Los asientos no están numerados y tienen una política muy estricta en relación con el equipaje. “Si quieres facturar, tienes que pagar, y si te pasas de lo exigido por la compañía pagas muy caro el kilo”. De hecho, hace poco se rumoreó que Ryanair pagaba a sus empleados cuanto más rígidos fueran con el exceso de equipaje. “Si te olvidas la tarjeta de embarque, tienes que pagar y si quieres embarcar antes, también tienes que pagar, eso sin nombrar que suelen ir a aeropuertos secundarios. Te pueden vender ir a Barcelona y llegar al aeropuerto de Girona”, detalló.

En opinión de Gallego, se trata de prácticas alegales que “están admitidas, pero no permitidas”. Este tipo de aerolíneas, además, son las que más se benefician de las bonificaciones aéreas, ya que llegan a los destinos que nadie va, prometiendo traer turistas. “Esto es falso”, afirmó Gallego, “ya que según datos de la propia Ryanair, el 60% de sus usuarios son nativos del destino, no turistas, por lo que es prioritario revisar esta política de tasas y apostar más por la calidad que la cantidad”.