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El PP tinerfeño se ganó una cuota de poder

No son pocos los chistes y bromas que circulan entre las filas de Coalición Canaria y del PSOE de las Islas acerca de los primeros nombramientos del Ejecutivo de Mariano Rajoy, más allá del ministerio para José Manuel Soria. El más oído es, sin lugar a dudas, el del resultado: “Hermanos Hernández Bento, 2 – PP de Tenerife, 0”, por aquello de que la Secretaría de Estado y la Delegación del Gobierno en el Archipiélago han quedado bajo el control de Enrique y María del Carmen. Aunque todavía queda mucho partido por jugar -son cerca de 200 cargos los de la Administración central solo en las Islas-, lo indiscutible es que el respaldo logrado por los populares en las urnas de esta provincia merece su cuota de poder.

Banquillo hay, pero necesidad también

Además de ese éxito electoral, al PP de Tenerife le asisten otras dos poderosas razones para que sea respetado a la hora de repartir cargos. Por un lado, atesora un banquillo que conjuga tanto méritos como cualificación, empezando por el mismísimo Pablo Matos. Por otro, es un hecho que mientras los populares grancanarios cuentan con el sustento que da el control de las principales instituciones de aquella provincia, los de Tenerife se han ido a la oposición precisamente por el cambio en la correlación de fuerzas políticas, ya que los nacionalistas prefieren ahora pactar con los socialistas que con el emergente y pujante PP.

Como tenía que ser

Algún agorero imaginó que Paulino Rivero y José Manuel Soria apenas guardarían las formas, pero es evidente que calibraron mal a estos dos líderes de la política canaria. Como no podía ser de otra manera, ayer refrendaron ante la opinión pública un mensaje claro de compromiso frente a la crisis actual: es tiempo de aunar esfuerzos y olvidar rencillas partidistas.