DIARIO DE AVISOS | Puerto del Rosario
El Cabildo de Fuerteventura dará a conocer este viernes a los vecinos de la localidad de La Ampuyenta y también de los municipios de Antigua y Puerto del Rosario los resultados de un proyecto de restauración que se ha llevado a cabo durante los últimos dos años con el objeto de devolver su esplendor a hasta nueve bienes patrimoniales y artísticos de carácter religioso asociados a la Ermita de San Pedro de Alcántara.
Este acto se desarrollará a partir de las 19:30 horas de mañana viernes 13 de enero en el interior de la misma Ermita de Ampuyenta, estando prevista la asistencia del presidente del Cabildo, Mario Cabrera, el alcalde de Puerto del Rosario, Marcial Morales, y el consejero de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo, Juan Jiménez.
La especialista restauradora Chus Morante, que ha coordinado la mayor parte de los trabajos, será la encargada de dar a conocer a los asistentes los resultados obtenidos con la restauración de las seis pinturas y los tres elementos muebles de la ermita que han sido objeto del proyecto.
A pesar de su reducido tamaño, la Ermita de San Pedro de Alcántara está considerada como la de mayor interés en Fuerteventura, especialmente atendiendo a la riqueza, variedad y singularidad de los elementos artísticos con se conservan en su interior.
Este proyecto de restauración que ha sido impulsado desde la Consejería de Cultura y Patrimonio del Cabildo se ha desarrollado durante los dos últimos años -desde que se licitara en junio de 2010-, contando para ello con una inversión de 100.000 euros que ha permitido devolver en gran parte a su estado original los siguientes bienes:
Pinturas murales del presbiterio (lado de la epístola, arco toral y testero, puesto que el lado del evangelio ya había sido restaurado), coro policromado, pintura de caballete de la Virgen de los Remedios, puertas policromadas de la sacristía, pila de agua bendita, andas procesionales, cuadros de San Pedro de Alcántara, cuadro del Espíritu Santo y cuadro ‘Cartela’
Cabe destacar que el Cabildo de Fuerteventura ha venido trabajando intensamente en los últimos ejercicios para mejorar tanto el interior y los alrededores de la Ermita de San Pedro de Alcántara de La Ampuenta, con el objetivo de favorecer su puesta en valor y el conocimiento de este tempo como un enclave de interés histórico y cultural.
Entre estas acciones de conservación desarrolladas con anterioridad –en parte impulsadas por otros organismos como el Gobierno de Canarias- se encuentran las pinturas murales ubicadas en lado del evangelio, el retablo mayor de San Pedro de Alcántara (años 2006 y 2007) y las intervenciones más recientes referidas al Púlpito y al Cuadro de Ánimas (2008-2009).
Un entorno cultural privilegiado y rehabolitado
Paralelamente a la restauración de los bienes artísticos de la ermita, y contando con la connivencia de las autoridades eclesiásticas, el Cabildo de Fuerteventura iniciaba en mayo de 2011 un proyecto de obras dirigido a rehabilitar el entorno de este templo y la edificación anexa del Hospitalito del Doctor Mena, destinando para ello una inversión de 260.000 euros.
El objetivo de este proyecto es habilitar en el entorno de la Ermita de Ampuyenta un espacio diáfano y abierto al público que permita dar a conocer y disfrutar de uno de los entornos culturales privilegiados de la Isla majorera. Para ello, las obras se centran en despejar los elementos innecesarios de los alrededores de la ermita y el hospitalito, pero conservando los más interesantes como el aljibe del centro de la plaza, la barbacana que circunda la ermita y algunos de los maceteros que adornan el entorno, para luego equipar la zona con nuevas dotaciones como un solado de piedra y adoquín, una pasarela de madera para facilitar las visitas o una pérgola de madera.
La Ermita de San Pedro de Alcántara de Ampuyenta
La Ermita de San Pedro de Alcántara de Ampuyenta fue fundada el 14 de agosto de 1681, por D. Pedro Medina y su esposa Dña. Agustina de Bethancourt, bajo el patronazgo del santo franciscano San Pedro de Alcántara, que había sido canonizado en el año 1669. La devoción hacia este Santo, reformador de la orden franciscana y colaborador de Santa Teresa de Ávila en la reforma carmelita, alcanzó gran apogeo en ese momento y su culto llegó también a Fuerteventura, pues en la isla ya existía un único convento franciscano, en La Villa de Betancuria, en el que residió el santo franciscano San Diego de Alcalá.
Este primer templo, de modestas dimensiones, realizado bajo las pautas de la arquitectura eclesiástica rural con los métodos arquitectónicos tradicionales de la isla, sufre algunas transformaciones, como la realizada en los años siguientes a 1753, donde se amplía la capilla mayor y se añade una capilla nueva para rendir culto a las Ánimas del Purgatorio.
La ermita de San Pedro de Alcántara se localiza en una explanada de la parte alta del pueblo de La Ampuyenta, en el término municipal de Puerto del Rosario, una aldea bastante antigua que fue propuesta como sede parroquial a finales del siglo XVIII, cuando se hizo el Plan de Reestructuración Parroquial, rango que finalmente no le fue concedido. Al igual que otros templos de la isla, esta ermita también presenta un muro alto, con almenas, llamado barbacana, que rodea el edificio, a modo de recinto amurallado que cuenta con dos accesos, uno frente a la puerta principal del templo, rematado en arco de medio punto, el otro se abre en el extremo del muro del lado norte, próximo al muro que delimita con el recinto del hospitalito.
El templo fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento mediante Acuerdo del Gobierno de Canarias de 19 de noviembre de 1990 (B.O.C. nº 92, viernes 16 de julio de 1993).
Descripción de las obras y los trabajos realizados
Pinturas
Pinturas Murales
La sencillez arquitectónica de la ermita de san Pedro de Alcántara de La Ampuyenta, contrasta con la riqueza de su interior, en la que se custodia la más importante colección pictórica de la isla, compuesta de pintura mural, de caballete y decorativa.
La pintura mural de la ermita de La Ampuyenta está considerada como una de las más importantes conservada en Canarias, donde no abunda la obra mural. Sin embargo, es probable que en el siglo XVIII en Fuerteventura, este tipo de ornamentación de los templos fuera bastante frecuente, pues aún se conservan algunos ejemplos en las ermitas de Las Pocetas, Triquivijate, santa Inés o san Agustín y en las iglesias de Tetir, La Oliva o Pájara.
Una obra sin parangón en el archipiélago por la calidad de la técnica ilusionista en la que se mezclan pintura, arquitectura y escultura. Se representan fingidas arquitecturas de claro estilo rococó, concebidas como si se tratase de dos fachadas de mármol que arrancan desde sendos pórticos, cubiertos con vigas de madera, sobre los que se desarrolla una balconada con balaustre. El cuerpo superior de ambas fachadas culmina en tres hornacinas enmarcadas por una profusión de rocallas entrelazadas. Esta pintura podría incluirse dentro de la corriente italiana de la Quadrattura, género pictórico decorativo, difundido en Italia en los siglos XVII y XVIII, en el que los frescos simulan arquitecturas, trampantojos decorativos y espacios imaginarios.
En esta representación arquitectónica del pórtico fingido con balaustre, también aparece una hermosa puerta coronada por un frontón partido en el primer cuerpo. En el segundo cuerpo se dibujan tres hornacinas, que acogen las simuladas efigies de san José, san Antonio y la Inmaculada Concepción, rodeadas de profusa rocalla.
Pintura de caballete de la Virgen de los Remedios
El cuadro ‘Virgen de los Remedios’, de mediano formato, es un óleo sobre lienzo de lino del siglo XVIII, que se localiza en la sacristía y que presenta la tradición de vestir a la imagen con prendas reales, joyas, etc., una costumbre que según ciertos autores se inicia en el Medievo pero será en el Barroco cuando tendrá mayor aceptación.
En el cuadro de La Ampuyenta, la Virgen aparece sujetando al Niño sobre su brazo izquierdo, sus manos casi se unen sobre el pecho para sostener los pequeños pies de su hijo. Destaca la riqueza de las vestiduras y joyas con que se adornan ambos. La Virgen viste con rostrillo de piedras preciosas, corona y rígido manto que se cierra con cinco sartas de perlas de cinco vueltas cada una.
El Niño también con corona, porta el rosario en sus manos, a los pies se sitúa una media luna y en el centro de la misma un querubín. Las figuras se recortan sobre un rico fondo de damasco rojo, encuadrado por un marco simulado, semejante a los que aparecen en muchos cuadros de Ánimas de la isla.
Cuadro del Espíritu Santo
Cuadro de mediano formato donde se representa el Espíritu Santo en forma de paloma, en la parte superior del cuadro, rodeado de nubes y rayos de luz que manan del punto central. Un halo amarillo rodea la paloma a partir de la cual las nubes se tornan rosadas, con un semicírculo azul que evoca al cielo. Las nubes se oscurecen más abajo y terminan ocupando la mitad inferior del cuadro.
La realización material y estilística de la paloma remite, inmediatamente, a otras obras de este templo como son cuadros titulados ‘Vida de san Pedro de Alcántara’, ‘Santa Teresa y San Pedro’, ‘Santa Teresa inspirada por el Espíritu Santo’ o el ‘Cuadro de Ánimas’.
La representación iconográfica cristiana del Espíritu Santo como paloma se inspira en las palabras de san Juan Bautista “He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma y posarse sobre él”. Esta imagen forma parte de iconografías como el ‘Bautismo de Cristo’, el ‘Bautismo de san Pablo’ o la ‘Anunciación a María’ y como inspiración divina de diversos santos y santas.
Una de las presencias más comunes del Espíritu Santo en forma de paloma, es como tercera persona de la Trinidad en los cuadros de Ánimas, caracterizado el Dios Padre como un anciano, Jesucristo con la cruz y el Espíritu Santo en forma de paloma.
En los templos cristianos la paloma también aparece sobre los baptisterios y en los púlpitos, como símbolo de la inspiración del Espíritu Santo.
Cuadro de San Pedro de Alcántara
Se trata de uno de los cuadros más singulares de la ermita, cuya presencia se registra en el templo hacia la mitad del siglo XVIII. Se trata de un óleo sobre lienzo, que se localiza a la derecha de la puerta principal y que representa a San Pedro apóstol como pontífice, retratado de cuerpo entero, en su cátedra y bajo palio de damascos.
Todo ello otorga elegancia y distinción a la composición, así como un cierto equilibrio de la misma, apreciándose una mínima sensación de perspectiva transmitida a través de la alfombra. En conjunto se trata de una composición equilibrada, donde destaca un retrato muy plano y bidimensional, que no coincide con la propia del siglo XVIII, sino que nos podría remitir a una importante influencia de la pintura flamenca.
San Pedro apóstol y primer Papa, quizá sea el santo más representado de la iconografía cristiana. Fue crucificado en Roma, con cruz inmisa, hacia el año 67, bajo Nerón. En su variada iconografía es habitual que se le represente con barba corta, redondeada y cana, al igual que en el cuadro que nos ocupa, donde también ostenta la ‘Tiara’ (alto birrete con tres coronas que representan la soberanía del Vaticano, el poder espiritual sobre el civil y la autoridad del Papa sobre el resto de príncipes civiles), báculo con cruz pontificia (con tres travesaños de diferente longitud) y las llaves (una de oro y otra de plata o hierro, que simbolizan las puertas del cielo y del infierno, respectivamente).
Cuadro ‘Cartela’
Una obra peculiar de la que se no se tienen referencias, pero que por sus características se puede fechar su realización en el siglo XVIII, es este cuadro denominado ‘Cartela’. Forma parte del interesante conjunto de obra pictórica que alberga la ermita de san Pedro de Alcántara.
El cuadro es una tarja o tarjeta que se configura en una decoración enmarcada a modo de orla, con una parte central destinada a recibir emblemas y leyendas. Es la única cartela en Fuerteventura que constituye una obra en sí misma, es decir, que no forma parte de otra pintura, escultura o retablo como las que aparecen en el cuadro de Ánimas o el de santa Teresa de esta ermita, o en los cuadros de Ánimas de Agua de Bueyes o La Oliva, y en retablos como los de Vallebrón, La Matilla, Pájara, etc.
En este singular cuadro, de forma alargada y disposición vertical, aparecen cuatro escudos o tarjas colocadas en vertical sobre un fondo azul brillante, que se unen entre sí por cintas rojas, como si estuvieran colgadas unas de otras, y el último tramo del cuadro, en la parte inferior, lo ocupa una cruz sobre peana y fondo de tierra roja.
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Elementos muebles
Puertas policromadas de la sacristía
Dentro del interesante conjunto de puertas policromadas que aún se conservan en distintos templos de Fuerteventura, se encuentran las puertas de la sacristía de la ermita de La Ampuyenta. Realizadas por autor anónimo en madera de tea y policromadas en el siglo XVIII, dentro del estilo barroco y factura popular, se compone de dos hojas abatibles hacia la sacristía mediante el tradicional sistema de quicialera, en el que un espigón de madera o puyón, que sobresale en uno de los lados de cada hoja, gira sobre un dado de hierro inserto en el quicio.
La policromía de las puertas se aplica en la cara que mira hacia el interior de la nave, dentro del estilo barroco popular, consistente en dos estilizadas líneas verticales, hechas en grueso trazo negro y sinuoso, que forman motivos vegetales, todo ello sobre fondo marmoleado, hecho de vetas en tono rojizo, muy grandes y dispuestas en diagonal sobre fondo claro. La policromía queda inmersa dentro de la escenografía que exhiben las pinturas murales del presbiterio.
Coro policromado
El coro constituyó un espacio fundamental para las celebraciones litúrgicas en la iglesia cristiana, conformado por un mueble de piedra o madera que solía estar ubicado en la nave mayor, en el centro, a los pies o en un lugar elevado de la misma.
El coro de la ermita de La Ampuyenta se sitúa a los pies del templo, en el muro del evangelio, a dos metros de altura. Se accede al mismo desde el exterior, por una escalera adosada al muro norte, está constituido por un cerramiento o barandilla formada por un entablamento de madera dividido en casetones en la parte inferior y balaustre en la parte superior, que descansa sobre una plataforma de madera de tea apoyada en vigas voladas sobre canes.
El conjunto presenta una policromía a base de un marmoleado en tonos rosados sobre fondo claro y espirales de colores que giran alrededor de los balaustres. Los casetones tenían pinturas figurativas, pero sólo se conservaban en los casetones laterales.
Andas procesionales
Las Andas procesionales de San Pedro de Alcántara constituyen una especie de mueble que consta de un tablero y dos varas paralelas y horizontales, cuya función es la de transportar las imágenes en las procesiones y demás celebraciones.
Las andas que se conservan en La Ampuyenta se estructuran en una sencilla plataforma cuadrada, en cuyas esquinas se disponen cuatro esbeltas columnas que se alzan sobre plintos, con el fuste liso y doble capitel, y sobre las que descansa una cúpula semiesférica dividida en cuatro secciones. Remata el conjunto un pináculo torneado, colocado en la parte superior de la cúpula así como en las cuatro esquinas. Estilísticamente se puede decir que es una obra de factura popular, realizada bajo las pautas del neoclásico tardío del siglo XIX, destaca en ella la sencillez de sus formas, el contraste de la policromía y la cúpula decorada con los símbolos marianos.
Pila
Esta pila se compone de pie, realizado en piedra similar a la empleada para cubrir el suelo, y vaso, que podría estar realizado en mortero de cal y arena y recubierto de arcilla líquida.
En la religión católica la pila de agua bendita es el recipiente de piedra u otro material, situado a la entrada de las iglesias o ermitas, que tenía como función que los cristianos introdujesen el dedo índice y corazón en el agua bendecida y con ellos santiguarse. Al hacer la señal de la cruz, el cristiano se sentía purificado y limpio para entrar en el templo.
Aunque el origen de las pilas de agua bendita se remonta a las primeras iglesias cristianas, esta disposición de las mismas, en la entrada de las iglesias, se generalizó a finales del siglo XIV, sin embargo, este elemento clave en el ritual cristiano ha caído en desuso, debido principalmente a razones higiénicas o sanitarias, y ha provocado que muchas de ellas hayan sido retiradas del templo y permanezcan olvidadas en alguna dependencia o hayan desaparecido.
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