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Los que son algo más que un club > Manuel Iglesias

Se dice de que “el Club de Fútbol Barcelona es algo más que un club”, expresión que se popularizó en los años finales del franquismo, cuando esta entidad de alguna manera recogía la expresión de la señas de identidad catalana, cuando éstas no se podían expresar libremente.

Pero hay otra sociedad, el Real Madrid, que también es algo más que un club, no ya como reflejo de una personalidad regional, sino en cierta manera de la proyección de una imagen nacional. Fuera de nuestras fronteras ha sido durante años una representación subliminal o directa de España y eso es algo que saben quienes han vivido en el exterior o han viajado con frecuencia y siguen la actualidad deportiva en los medios foráneos.

Pero hay que hacer notar la merma en la consideración que se tiene del Real Madrid . En los últimos años en el exterior, no por sus resultados deportivos, que están sujetos a los lógicos vaivenes, sino por el comportamiento de algunos de sus componentes, en especial por el singular carácter del entrenador José Mourinho y los hechos de algunos de sus jugadores.
La consideración del Real Madrid como un “club señor” -una calificación que definía vagamente una forma de comportarse con altura y elegancia en las formas y en el fondo- se ha deteriorado rápidamente ante unos seguidores y simpatizantes -muchos, millones por el mundo- que han visto con sorpresa cómo ese estilo que despertaba respeto hoy se ha vulgarizado.

Los excesos verbales de Mourinho, la peripecia de meter el dedo en el ojo a un técnico del Barcelona, su simpatía hacia las reacciones violentas de varios jugadores ante las derrotas, etcétera, han debilitado el prestigio. Algo que es palpable cuando se hace un recorrido por los medios de comunicación de diversos países, descalificando los incidentes, que con frecuencia son citados como inesperada contraposición de aquel “señorío” que, dicen, quizás no lo ha convertido en un “club gamberro”, pero sí en un club en el que el entrenador fomenta y los dirigentes permiten las gamberradas.

El último caso de descrédito ha sido el pisotón del jugador Pepe al barcelonista Messi. Puede pasar en cualquier encuentro, pero teniendo en cuenta de que se habla del mejor jugador del mundo, no es de extrañar que se haya reflejado con fotos o imágenes de televisión por todo el mundo, con una censura general y hasta exagerada, quizás por eso de que del Real Madrid se esperan otras actitudes.

Con estas cosas no se daña sólo el equipo, sino que en cierta manera tal vez nos perjudicamos todos, porque de esa imagen positiva que daba el club se beneficiaba la globalidad española, aunque sólo fuera de manera subconsciente a los ojos de los espectadores internacionales. Y la mala seguramente también que a la larga nos perjudica de algún modo.
Y el presidente Florentino Pérez debería meditar que así tampoco se venden camisetas.