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Apretón mortal > Conrado Flores

La historia nos ha dejado políticos que serán recordados por su destreza en el campo de batalla, por sus ideas para cambiar el mundo, por su especial carisma, por su extrema crueldad o por su bigote. Alguno incluso por todas ellas a la vez.

No sé yo muy bien donde encasillar al alcalde de la localidad valenciana de Cullera, Ernesto Sanjuán, quien la semana pasada fracturó el dedo anular de su homónimo del municipio de Canals, Ricardo Cardona, tras un aparentemente inofensivo apretón de manos. Este efusivo saludo entre ambos ediles tuvo lugar en el palco del campo de fútbol de Canals durante la celebración de un partido de liga entre los dos equipos.

Según avanzaba el encuentro, el señor Cardona empezó a notar un terrible dolor en su mano que acabó por llevarle al hospital, donde finalmente se la enyesaron. Varios políticos y vecinos, anteriores víctimas del Súper-alcalde, han aprovechado la ocasión para pedirle al señor Sanjuán que controle la fuerza de su brazo que, según su opinión, le viene de su amor por el deporte de la halterofilia.

Este ejemplo demuestra que hay personas que no saben medir su efusividad. ¿Cómo de intenso ha de ser un apretón de manos o una palmada en la espalda? Yo tengo un primo que tenía por costumbre darme un terrible golpe en la espalda al saludarme. Afortunadamente para mi salud, no lo veía a menudo. El pobre pensaría que resultaba simpático pero yo sólo pensaba en devolvérselo entre ceja y ceja. Así que no era este un caso de fuerza desmedida sino de idiotez desmedida, que es más preocupante. Y aunque no lo creas, las relaciones entre las personas pueden deteriorarse por cosas como esta. Y la espalda también.

Los expertos en protocolo aseguran que estrechar la mano de una persona nos ofrece una primera impresión de la misma. No la subestimes, se trata de una impresión vaga pero importante. Un buen apretón de manos ha de ser decidido, firme y corto. Nunca demasiado fuerte, ni largo, ni agitado. Excepto si eres rapero porque tus saludos son muy difíciles de explicar y suelen acabar con un golpe en el pecho.

Así que cuidado: modera tu energía y sólo utiliza el apretón mortal para dar la mano a aquellos que hayan metido la suya donde no debían.