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Árboles invasores > Juan Henríquez

Con este artículo respondo a la llamada telefónica de un buen amigo, de los viejos roqueros, Cheche Dorta. En otra ocasión hablaré de las bondades humanas con las que nació este gran hombre, y cómo tuve la suerte de conocerlo; una vieja amistad, que, a pesar de la corta distancia que nos separa (Santa Cruz/Guía de Isora), no nos vemos hace por lo menos unos 25/30 años, y a pesar de ello, le sigo apreciando y admirando igual que aquel primer día en que nos conocimos. Compartimos aficiones comunes: lectura, escritura, naturaleza y deambular por los medios de comunicación social (radio y prensa, fundamentalmente). ¡Qué tiempos aquellos, Cheche!

El hombre estaba alarmado, preocupado y cabreado, porque en el Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, aparecen, en una relación de especies exóticas con potencial invasor, nada más y nada menos, que los castañeros (pocos, pero bien aprovechados) y los almendros (muchos más, y floridos), entre otros árboles que forman parte de nuestro panorama medioambiental; eso aparte de utilizarse en diversos productos de la repostería canaria, y que sirven también de soporte para muchas economías familiares. ¡Cómo va a ser eso, Cheche!, ¿estamos locos?, ésta sí que es una buena putada; pues mira que siempre pensé que la única especie invasora que teníamos por aquí eran los godos, porque ésos sí que son tóxicos y peligrosos.

¡Fuerte berrinche me cogí cuando leí el BOE! ¿Sabes, Cheche?, no tengo ni puta idea de flora y botánica, pero hay detalles y experiencias que te marcan de por vida. Por ejemplo, aquella vez primera que leí la biografía de Nicolás Estévanez y encontré el poema de La sombra del almendro: “Mi patria no es el mundo / mi patria no es Europa / mi patria es de un almendro / la dulce, fresca, inolvidable sombra”. Sólo al escribirlo se me revolucionan las entrañas, me da vértigo patriótico. De la misma manera que recuerdo aquella invitación de Wladimiro Rodríguez Brito para hacer la ruta del almendro en flor; quedé marcado por aquella caminata barranco abajo acompañado de la esbelta figura del almendro mostrando su esplendor y colorido, custodiados por la lava volcánica. Desde Santiago del Teide hasta Arguayo. A diez minutos, carretera de Chío arriba, la galáctica estampa de los almendros en flor de Guía de Isora. ¡Cuánta belleza, madre!

Oye, Cheche, escucha, ¡cállate coño!, que mientras escribo me envían un mensaje por el Facebook de que la oficina ambiental y el servicio de infraestructura de la Universidad Miguel Hernández (UMH) han rectificado y acuerdan retirar lo de las plantas invasoras, apostando por las especies autóctonas, entre otras los castañeros y almendros. Mira, compañero, me alegro un montón, porque no había huevos para que arrancaran unos árboles que han formado, y forman, parte de nuestro paisaje natural, y además se aprovechan sus frutos para nuestros postres caseros, que, aunque el azúcar me impide degustarlos, me los como con la mirada. Por un momento pensé que volveríamos a la época de los piquetes. ¡Va por ti, Cheche!

juanguanche@telefonica.net