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Ganaderos desalentados

José Juan, de 35 años, madruga los 365 días del año para atender un ganado que le está generando pérdidas. / JONATAN RODRÍGUEZ (ACFI PRESS)

EUGENIA PAIZ | Santa Cruz de La Palma

Los ganaderos palmeros ya no son, ni siquiera, mileuristas. Levantarse a las cinco de la mañana para ordeñar, limpiar, llevar y traer miles y miles de kilos de estiércol y hacer diariamente una carrera contrarreloj para conseguir los desechos del plátano en los empaquetados de la Isla, y así abaratar los costes para alimentar el ganado, ha dejado de ser -dentro del sector primario insular- un “trabajo sacrificado pero rentable” para convertirse en un quehacer vinculado, invariablemente, a la impaciencia por la falta de soluciones frente a la crisis que arrastran desde hace años y al pesimismo.

La única puerta a la esperanza la tiene el sector ganadero de La Palma en el cumplimiento de las “firmes promesas” de trabajo del consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias, Juan Ramón Hernández Gómez, “el único que nos habla claro y que vemos resolutivo frente a los estudios, planes y a la paralización que llevamos años soportando desde el Cabildo palmero, que nos sigue pidiendo tiempo para hacer estudios con los que no solucionamos nada”. Los responsables de la Unión de Ganaderos de la isla de La Palma, la UGAP, y varios miembros de la Sociedad de Transformación Agraria de Mazo, esperan “cambios” que “permitan la supervivencia de un sector” que veinte años atrás tenía cierto prestigio dentro del sector primario, pero que ahora no permite obtener unas ganancias económicas “dignas”, en virtud de la abnegación y el empeño que lleva implícita su profesión”. El mejor ejemplo lo encontramos en los pocos ganaderos jóvenes que siguen apostando por el sector en La Palma, todos ellos hijos de mayores de más de 70 años, algunos emigrantes llegados de Venezuela que dedicaron su vida a criar ganado.

El sector vive un constante salto de obstáculos de carácter administrativo y burocrático a los que se suma la falta de crédito de los bancos y las muchas exigencias, fruto de las periódicas y metódicas inspecciones, que aconsejan al ganadero obras y modificaciones para las que no pueden obtener licencias en los propios ayuntamientos por los límites impuestos en los planes de ordenación.

Los precios de la carne de Uruguay y Chile impiden la comercialización de su producción. / JONATAN RODRÍGUEZ (ACFI PRESS)

La cabaña ganadera palmera, con unas 1.400 cabezas de ganado vacuno, caprino, porcino y ovino, y una de las más ricas veinte años atrás en el espacio regional, ha perdido algo más del 50% de su población en solo 10 años. Pese a todo, los más de 200 ganaderos agrupados en la UGAP tienen claro que, “si el consumo de carne y leche que demanda el mercado insular lo cubriéramos nosotros, en La Palma se generarían unos 1.000 puestos de trabajo directos y la cabaña ganadera pasaría casi a cuadriplicase, con más de 5.000 cabezas de ganado”.

Ese objetivo no podrán alcanzarlo mientras las normas del Régimen Económico Agrario (REA) no se modifiquen, un escollo que parcialmente está siendo abordado por el Gobierno de Canarias y que de momento “sigue beneficiando a las importaciones de carne de paises sudaméricanos, como Uruguay, Chile o Argentina, entre otros, “algo contra lo que -aseguran los ganaderos consultados por este rotativo- no podemos luchar porque es, así de claro, una competencia desleal que nos llevará a cerrar si las cosas siguen así”. Subrayan que “nosotros pasamos controles de todo tipo y pagamos nuestros impuestos para enfrentarnos en el mercado con productores que no juegan con las mismas reglas del juego”.

Nicolás del Valle tiene 39 años. Su jornada laboral comienza a las cinco de la mañana y termina, la mayor parte de los días, a las once de la noche. Son las mismas condiciones de vida de otro de los pocos ganaderos jóvenes de la UGAP, José Juan Pérez, de 35 años, en este sector “desde antes de que me salieran los dientes” y cuyo colaborador más eficaz es su padre, criador de vacas “desde niño”. Ambos han dejado de creer en la efectividad de la administración después de años a la espera de que “apuesten por el sector ganadero insular”.

Mantienen grandes reses que no pueden sacrificar por la falta de una cámara de maduración que no se ha puesto en marcha en el matadero insular, “pese a que en los últimos cinco años en el Cabildo insular se ha hablado del tema muchas, muchas veces”.

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Precios muy bajos

Un kilo de carne de vaca criada y sacrificada en La Palma tiene el mismo coste, 4,50 euros, que 20 años atrás, cuando se pagaban 750 de las antiguas pesetas. Frente a eso, la competencia de una carne refrigerada, más barata, la importada de otros países, y con una distribución desigual en la comercialización, dado que los ganaderos palmeros tienen un solo punto de venta oficial, puesto en marcha por la SAT Ganaderías La Palma. En contacto con estos hombres y mujeres dedicados a la ganadería en la isla de La Palma, queda constancia de su pasión por un trabajo que, aunque percibe “ayudas al nacimiento de nuevas reses” que provienen de fondos europeos, cobran con una media de retraso de un año, pese a la existencia de medios de control informático, programa que cruza los datos automáticamente y verifica el trabajo realizado.

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