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La renta del paro > María Fresno

El Gobierno de Canarias parece que empieza a ponerse las pilas. Esta semana anunció que destinará 75 millones de euros para un plan de choque contra el desempleo. Exactamente lo llama: medidas de choque para la emergencia social del desempleo en Canarias. Una bateria de iniciativas que pretenden aliviar la deprimente tasa de paro del 30,9% que tiene el Archipiélago. La intención del Gobierno con este plan es dar trabajo a unos 12.000 parados canarios. Sin embargo, lejos de chafar las expectativas del Ejecutivo, el plan no deja de estar vacío de contenido.

En el área de formación, a la espera de que el el Gobierno de Mariano Rajoy apruebe los Presupuestos Generales, Rivero adelantará unos 12 millones de euros para cursos a 4.000 desempleados. Aunque la buena intención del Gobierno es facilitar la inserción en el mercado laboral de estos parados y fomentar que sigan estudiando y cualificándose, lo cierto es que únicamente servirá para maquillar los datos del paro, pues 4.000 personas se darán de baja temporalmente mientras duren los cursos para luego volver a la misma cola. La formación es básica, especialmente en sectores clave de la economía canaria como el de la construcción o el servicios, pero ahora el énfasis hay que ponerlo en otro sitio. Es necesario mejorar la cualificación de los cursos y formar en lo que realmente se necesita. Además de esos 75 millones, 50 ya se dieron en noviembre para contratar, que no para crear empleo, a través de los ayuntamientos y de los cabildos. Cuando se acabe el dinero, otra vez todos a la misma larga cola del paro. Los planes, medidas e iniciativas para el fomento del empleo deben ir encaminadas precisamente a eso, a la creación de empleo. Para ello, los empresarios deben tener, no flexibilidad para despedir, sino flexibilidad para contratar y para el crédito. Toda medida de ayuda al parado está bien, además de ser necesaria. Pero tampoco podemos consolarnos con una larga cola del paro con gente que espera su trabajo ideal; con parados que rechazan un empleo simplemente porque no les gusta o, lo que es peor, porque supone tener que trasladarse a otro municipio o localidad. Un informe de la CEOE sorprendía esta semana revelando que el 80% de los parados españoles rechaza un empleo porque está lejos de su domicilio. No es bueno generalizar, pero sí que es cierto que existe una mentalidad de que el paro es una especie de renta. A esto hay que unir que son muchos los que cobran esta renta y realizan un trabajo extra, cobrando en negro y fomentando la economía sumerguida. A lo mejor, lo que hay que hacer no es tanto inyectar dinero como cambiar el sistema.