sucesos >

“Nunca pensamos vernos en una balsa salvavidas tras tantos viajes”

De León y Armas, en una foto de archivo, a bordo del Itaparica, que este martes se hundió en Fuerteventura. / DA

FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

El Itaparica llevó a cabo este martes su último viaje. Este velero, conocido en Tenerife por la iniciativa de sus dos entusiastas tripulantes, Juan Carlos Armas y Juan Manuel de León, dos norteños, uno de La Victoria y otro de Puerto de la Cruz, de dar la vuelta al mundo en varias etapas para difundir un mensaje de paz y solidaridad, se hundió a 10 millas al sur de la isla de Fuerteventura, frente a la costa de Morro Jable. Una vía de agua, según relató por teléfono a DIARIO DE AVISOS el propio Armas, fue la responsable del súbito e inesperado final del Itaparica. A eso de las cinco de la mañana del martes, los tripulantes sintieron un fuerte golpe en el casco de la embarcación y comenzó a entrar agua. Rápidamente, dieron el correspondiente aviso de socorro y activaron la radiobaliza.

El Marigemma I

El primero en llegar a su auxilio fue un atunero, el Marigemma I, por esas casualidades de la mar, de Tenerife, con base en el puerto de Los Cristianos. “Cuando llegamos, el barco estaba semihundido y los dos tripulantes ya se hallaban en la balsa salvavidas”, comentó a este periódico Fernando Díaz, natural de El Médano y patrón del barco, quien remarcó que al recibir la comunicación de alarma de Salvamento Marítimo se encontraban a unas cinco millas y media del Itaparica. Tras subirlos a bordo y cerciorarse de que estaban bien, sólo tuvieron que esperar a la llegada de la Salvamar Mizar, que a su vez trasladó a los rescatados sanos y salvo al puerto de Gran Tarajal. También acudió a la zona el helicóptero de rescate Helimer. Ambos tripulantes regresaron en avión por la tarde a Tenerife, donde fueron recibidos por sus familias.

Armas señaló que habían aprovechado estos días de fiesta para realizar una travesía por Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa. El tripulante no sabe qué objeto golpeó el barco, aunque cree que “pudo ser un madero, un animal grande o un contenedor semihundido”. “Fue un verdadero susto. Nunca pensamos, y mira que hemos hecho millas en el mar por la iniciativa de la vuelta el mundo, que íbamos a vernos en una balsa salvavidas”, confesó el tripulante del Itaparica, quien se lamentó de la perdida del motovelero, de 11 metros de eslora y 3,40 metros de manga, equipado con sistema de comunicación por VHF, radio de onda corta y terminal de telefonía móvil por satélite.