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A un Gobierno que, en sus últimos años, estuvo ocupado por pensionistas indocumentados ha sucedió otro de indocumentados provistos de licenciaturas y másteres universitarios. No hay que insistir en el numerito de Ruiz-Gallardón, al que el presidente Rajoy deberá coserle los labios para que no continúe expectorando bobadas que evidencian su escaso conocimiento del sistema judicial español y la situación de los juzgados en este país. Porque el mejor ejemplo lo ofrece, por el momento, ese señor al que le ha caído el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, cuyos blasones moderados y centristas derivan de que estrenó corbatas y despachos en los albores azulados de la UCD, vota centro, vota Suárez, vota vota libertad. El señor Wert sabe, sobre todo, de sondeos y estadísticas; de educación sabe bastante menos, salvo de la suya, que es exquisita. Y con exquisita buena educación lleva varios días faltando a la verdad y justificando con reiteradas falsedades sus propuestas y ocurrencias. Empezó este buen hombre explicando que la asignatura de Educación para la Ciudadanía era un instrumento perverso de manipulación ideológica, y para dar ejemplo, citó un párrafo terrible donde se hablaba de las monstruosidades del sistema capitalista. El párrafo pertenecía, sin embargo, a un ensayo sumamente crítico con la asignatura escolar publicado por la editorial Akal. Si será perversa la asignatura que connotados radicales y enemigos del género humano como Fernando Savater y José Antonio Marina no solo la reclamaban hace muchos años, sino que insisten en defenderla en cualquier plan de estudios moderno y racional. Por supuesto, Wert no se ha disculpado ni ante los ciudadanos ni ante la editorial. Optó por seguir adelante y un par de días después disculpó las altas tasas de fracaso escolar en Ceuta y Melilla (territorio MEC) por la avalancha de marroquíes que ocupan las aulas en ambas ciudades. Los datos de sus propio Ministerio, sin embargo, señalan que los centros escolares de Ceuta y Melilla ofrecen la media más baja de extranjeros de todo el Estado español. Sin duda para pasar página el señor Wert profirió otra lindeza: anunció ayudas públicas a la fiesta taurina y lamentó que, mientras en Francia se ha gestionado que la tauromaquia sea reconocida por la Unesco Bien Cultural Inmaterial, aquí se le niegue todo al supremo arte de reducir a un cuadrúpedo a una albóndiga sanguinolenta. Claro que el gobierno francés no ha hecho nada de eso. Wert se lo ha inventado a favor de los pobres toros de lidia, que merecen un respeto, y no como los enfermos crónicos. “¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema?”, se preguntó ayer una alto cargo del PP madrileño. Buena pregunta. Claro que no. Si ni siquiera saben morir en la plaza…