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Es difícil imaginar nuestro mundo sin el uso de las energías fósiles. El manido concepto de desarrollo sostenible, que tan a la ligera se utiliza, precisa aún de ese reducto de los bosques que hace millones de años poblaron la Tierra.

Imaginemos nuestra actividad cotidiana sin este elemento. El transporte e interconectividad que han permitido y permitirán al ser humano dar un paso más en su evolución, acercando a semejantes en lapsos reducidos de tiempo, dependen de medios guiados que emplean energías fósiles (petróleo y sus derivados y gas). En Canarias, región insular y ultraperiférica, su importancia es capital.

España depende del suministro exterior en un 99 por ciento, resuelto con importaciones a altísimo coste de energía nuclear de Francia, petróleo y un porcentaje aún residual de renovables.

¿Y la medicina? ¿Cómo operaríamos en las Islas sin electricidad, que en estos sistemas aislados se obtiene también del petróleo? Sería inimaginable el sector que emplea a la mayor parte de los canarios, el turismo, sin este producto: los 12 millones de turistas que nos visitan cada año lo hacen en avión, y en menor medida en barco, para luego recorrer nuestros parajes en coche o guagua. Conectividad y energía fósil, de momento, van parejas.

Cualquiera podría enumerar ejemplos similares, que prueban que nuestro sistema y la calidad de vida de que disfrutamos se relacionan con la extracción de petróleo y su proceso de transformación. Esas acciones se producen en puntos muy diversos del planeta, empleando modernas medidas de seguridad sumamente cuidadosas con el medio ambiente. El desarrollo sostenible, a fin de cuentas, pasa por la aceptación de un modelo democrático de convivencia.

Canarias, cuya factura energética anual supera los 5.000 millones de euros, y consume diariamente el equivalente a 100.000 barriles de petróleo, no puede permitirse prescindir de comprobar si el petróleo que se encuentra en aguas próximas a Fuerteventura y Lanzarote, puede ser utilizado. Sin contar con el gas que pueda existir, se estima que mil millones de barriles por valor de 80.000 millones de euros, podrían estar esperando ser utilizados. Una economía como la nuestra, azotada por la crisis, requiere una alternativa al turismo, que permita rebajar cifras de desempleo que superan el 31% de nuestra población activa, y den oportunidades al elevado índice de canarios bajo el umbral de la pobreza.

El Gobierno de Canarias, que sustentan PSOE y CC, se ha embarcado en una estrategia dedicada a sembrar un miedo injustificado en la población, alineándose con grupos ecologistas a los que respetamos, pero que no han de condicionar el futuro de una comunidad autónoma, que en su mayoría respalda que, al menos, se investigue si es viable la extracción. Por cierto, Greenpeace también utiliza petróleo para moverse.

Paulino Rivero y José Miguel Pérez, presidente y vicepresidente del Gobierno autonómico, deberían explicar a los canarios a los que animan a manifestarse, los motivos por los que en pocos meses han pasado de alabar las prospecciones, y decir que las autorizarían “con los ojos cerrados” -en nuestro caso, lo haremos con los ojos bien abiertos-, a amenazar con acudir a los tribunales para defender que no se investigue semejante fuente de riqueza.

Destacados sectores de PSOE y CC siguen acusando al Gobierno de España de actuar dando la espalda a los canarios, alegando que no obtendremos beneficio de las prospecciones y de la actividad económica posterior.

Junto a su intento de manipulación respecto al dónde se llevarían a cabo las prospecciones -siempre a un mínimo de 60 kilómetros de la costa-, el presidente autonómico ha llegado a decir que los canarios no tenemos preparación como para trabajar en el sector.

Quien le aconseja se equivoca de nuevo, ignorando adrede la elevadísima inversión desplegada en Canarias para que nuestro sistema educativo, nuestra formación profesional, y nuestras universidades, alcancen parámetros de calidad al nivel de cualquier país desarrollado del mundo. El año pasado, unos 30.000 jóvenes canarios en edad de trabajar, debieron emigrar ante la falta de oportunidades para hacerlo entre nosotros. No podemos seguir permitiendo que se pierda nuestro más valioso capital.

De llegar a producirse, junto a la extracción de crudo habrán de desarrollarse en Canarias puertos y aeropuertos, polígonos industriales, refinerías, astilleros, equipamientos y servicios, que precisarán mano de obra de profesionales isleños.

Debemos optar por el desarrollo sostenible, puesto que, de momento, poco podemos hacer sin energías fósiles. Habrá dos años para que el Gobierno de España asuma medidas para preservar nuestro entorno, que no sólo permitirán garantizar la seguridad de las prospecciones, sino que abrirán una nueva puerta para nuestro futuro.

Antonio Alarcó Portavoz del Grupo Popular en el Cabildo de Tenerife y senador por la Isla