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Despertares > Rafael Muñoz Abad

¿Es la primera vez que vas a Nouadhibou?, Que va, ya son tres las veces. Todo sigue igual pues nada ha cambiado, me comentaba entre risas un afable señor en la cola de embarque. Me habría gustado dedicar algo más que unas líneas para hablar de uno de los abuelos del mundo: el nonagenario Madiba; reflexionar sobre el porqué y bajo el riesgo de convertir a uno de los países tradicionalmente más estables del continente, otro anciano sentado sobre una bomba de relojería social se aferra a un tercer mandato en Senegal; a la trama Libia que cobardemente a nadie ya interesa salvo a los despachos de las petroleras; al surrealista cumpleaños de Mugabe; o incluso a las cartas nigerianas que algunos hemos recibido. Y lo cierto es que una llamada telefónica dio un vuelco a la planificación; iluso de mí. Cuéntame: “Me pase tres días acojonado sin salir de casa; acurrucado en la esquina del sofá con la cortina de niqab y espiando las revueltas de una calle incendiada de palos y pedradas”. Majata Taxi es un enorme descampado urbano que el aparato político marroquí ideó para desplegar en él una gran bandera nacional con objeto de fotografiarla desde el cielo y dejar claro quién es el dueño y señor. Un acto de soberanía a ojos de unos y de humillación para los otros. Dime, te escucho: “Nada llega a la prensa occidental tal y como sucede; y de lo poco que os enteráis, es porque ellos quieren. Yo tengo amigos marroquíes y saharauis y ambas partes me recriminan la otra simpatía; llegaron más de cinco mil policías desde El Aaiún. Esto no tiene solución, créeme”. Un conflicto ficticio es como recientemente ha sido catalogada la indefinición que sufre el Sahara Occidental por parte de Marruecos. Ahora sí puedes hablar, ¿no?: “Sí, ahora no hay click al colgar el móvil si eres extranjero. No sé, ya estoy muy cansado de esta situación. Me enamoré de Dakhla y sus paisajes; vine a crecer, a trabajar y a ayudar a todos… pero”. La antigua Villa Cisneros, ahora Dakhla, es un ensueño de acuarela trazada al impresionismo turquesa de una marisma que atrapa luces y silencios. Te entiendo amigo mío. “En la escalinata del vuelo hacia Las Palmas me di media vuelta e inspiré un profundo despedir que, una vez pasada la douane, me permitiese llevarme conmigo ese instante que igualmente una vez me sedujo y aquí me trajo para volver a crecer después de media vida de corbatas y gemelos”. No deja de ser paradójico como el europeo nacido en África genera ese intenso cordón umbilical con la madre tierra. Instantes guardados. Continuos despertares. Poderosa inercia que siempre le obliga a volver a pesar de haber sido marchitado por las locas leyes de los hombres cuando despavoridamente hubo que huir a Bruselas, Lisboa o París; convirtiéndose en un inadaptado o quizás peor: en un retornado a los burdos ojos de aquellos que no lo entienden… “Yo nací en Guinea Ecuatorial y tal vez sea el momento de regresar; y es que me he vuelto un inadaptado en este mundo de excesos donde cada vez me cuesta más identificarme con algo”. Te entiendo amigo mío.

* Centro de Estudios Africanos de la ULL | cuadernosdeafrica@gmail.com