el dardo > Leopoldo Fernández

La huelga > Leopoldo Fernández

A los sindicatos CC.OO. y UGT, se lo pedía el cuerpo. No podían resistirse. ¿Que el país está hecho unos zorros y con 5 millones largos de parados? Qué más da. Durante años han mirado para otro lado, encamados con el Gobierno y recibiendo dinero a espuertas. Así trabajan por los desempleados unos dirigentes apesebrados y convertidos en antigualla en comparación con sus modélicos colegas nórdicos. La reforma laboral tiene fallos, algunos graves por pérdida de derechos, pero ni siquiera han querido esperar a su posible corrección en el trámite parlamentario. La reforma responde a principios de oportunidad y racionalidad. Y a imperativos de los mercados, que nos prestan el dinero necesario para poder financiarnos. Y a imposiciones de nuestros socios comunitarios. Y a demandas de organismos internacionales -FMI, BM, OCDE, BCE- y nacionales como el Banco de España. Y a peticiones de grandes empresarios, muchos de ellos extranjeros, pero también de otros pequeños y autónomos. Todos piden acabar con reminiscencias franquistas para poder competir mejor y modernizar la legislación laboral, poniéndola en línea con la de los países más avanzados. Pero a los sindicatos les da lo mismo. Se trata de pararle los pies a la derechona, que se ha creído la reina del mambo. Y nada mejor que una huelga general, la sexta de 24 horas desde la llegada de la democracia y la octava si se consideran las protestas parciales. Como si la holgada mayoría absoluta que los ciudadanos otorgaron al PP en las urnas no fuera un mandato para que cumpla su programa electoral; programa que prevé cambios sustanciales en unas normas de trabajo que se han mostrado ineficientes, incluida la lamentable reforma zapateril de hace año y pico.

Tan inútil fue esta última que a su amparo se ha despedido como nunca, y también como nunca se han incentivado los contratos temporales para poder rescindirlos a coste casi cero, o en otro caso a razón de 20 días por año. Poco cuenta el enorme coste económico de una huelga general en estos momentos de crisis. Tampoco parece importarle al PSOE su desvergonzada apuesta por sumarse a la fiesta cuando el PP apenas lleva 90 días en el poder y trata de enmendar la errática política socialista que ha llevado al país a la peor situación económica que se recuerda en tiempos modernos. Todo da igual. Si hiciéramos caso a estos apóstoles de la demagogia, enfilaríamos la diabólica alternativa que nos llevaría directamente al modelo de una Grecia intervenida, donde ya llevan ocho huelgas generales contra las medidas del Gobierno y éste sigue machacando a los ciudadanos, pensionistas y trabajadores principalmente, para poder salvar al país de la quiebra.